Hiperión. Madrid (1999). 230 págs. 1.500 ptas.Traducción: Eduardo Alonso Luengo.
Se cumple este año el segundo centenario del nacimiento de Alexandr Pushkin (1799-1837), uno de los más grandes escritores rusos y, probablemente, el más popular. Su corta vida -murió en un duelo- fue bastante agitada y con tintes de héroe romántico.
En Occidente, Pushkin es conocido principalmente por sus cuentos y narraciones, como La hija del capitán; por sus obras teatrales, entre las que destaca la tragedia Boris Godunov; y por sus poemas épicos, como El jinete de bronce, Yevguieny Onieguin… Pero, además, escribió unos setecientos poemas líricos de gran belleza, de los que aquí se ofrece una selección. Confluyen en sus poemas clasicismo, romanticismo y la rica tradición folclórica rusa, que han dado a Pushkin mucha celebridad en su tierra, y que marcaron un nuevo rumbo para la poesía rusa. Por otra parte, en esos poemas está, a menudo, el embrión de sus obras épicas o teatrales.
Indudablemente, al traducir del ruso al castellano, es imposible reflejar la musicalidad y la riqueza de los versos de Pushkin, aunque conviene destacar que la traducción de Eduardo Alonso es muy concienzuda y meritoria. Alexandr Pushkin consiguió el equilibrio entre la razón neoclásica y la pasión romántica. Sus poemas, de temas muy variados, huyen de retóricas vacías y de vistosidades superfluas, y por eso alcanzan la pervivencia de lo clásico.
Luis Ramoneda