Alfaguara. Madrid (1998). 482 págs. 2.900 ptas.
Cuba, la isla que en el 98 de ayer luchaba por su independencia, hoy recibe al Papa Juan Pablo II y mañana vivirá el después de Castro, es actualmente centro de la atención internacional, y de modo especial en el ámbito de habla española. Su situación, su trayectoria y su futuro han atraído el interés del autor, también isleño, nacido en las Canarias, donde Colón recaló antes de poner rumbo al Caribe.
Esta octava novela de Armas Marcelo es a la vez ficción y crónica del lento declinar del castrismo entre las privaciones del embargo y el abandono del amigo ruso. Como narrador aparece Marcelo Rocha, periodista español que ya cobrara vida en otro título anterior, Los dioses de sí mismos. La acción se divide entre la peripecia de los balseros, antiguos favoritos del régimen caídos después en desgracia ante el «líder máximo», y la conversación con una bella mulata amiga de los huidos, que quiere permanecer en su ciudad como símbolo de resistencia y esperanza. Al fondo del argumento, un recuerdo para Hemingway, para el viejo pescador, patrono del barco del norteamericano, y para el mar de ambos, inmutable entre cambios y conmociones humanas.
El autor ha manejado con gran habilidad una densa problemática psicológica, social y política, enlazada por un tratamiento costumbrista, que recuerda la prosa de Cabrera Infante. Entre el realismo testimonial y el realismo mágico, fundidos en un mestizaje de indudable acierto, esta Habana cobra vida en sí misma y en la memoria de los exiliados de Miami, repartidos por el territorio norteamericano pero siempre con la isla en su mente y su corazón. Personajes reales o ficticios, diálogos que cruzan y descruzan distintos tiempos y espacios, aventuras trágicas y explosiones de vitalismo indomables componen un universo narrativo de apariencia caótica pero sólidamente estructurado. El estilo, también mestizo, comprensible a uno y otro lado de la hispanidad, requiere lectura pausada en tanto que en él importan lo mismo contenido y forma expresiva.
Novela plural, polifacética y original, cuidadosamente elaborada, con notables aciertos y algunos descuidos. Encierra el interés de recrear el fin de siglo con alegría tropical y esperanza de conciliación fraternal, sin pretensiones proféticas ni balances amargos, y sin caer en fáciles recursos eróticos aunque destaque la profunda sensualidad del ambiente cubano.
Pilar de Cecilia