Rialp. Madrid (2002). 301 págs. 16 €.
El fracaso matrimonial, las rupturas, el simple soportarse o ir tirando en la vida matrimonial parecen hoy moneda corriente en las sociedades occidentales. Ante este panorama es posible que incluso muchos cristianos se encuentren desorientados y su visión y vida personales queden cada vez más inmersas en la cultura dominante. Si bien es cierto que el ejemplo personal, el testimonio, pueden constituir la pedagogía más efectiva sobre el matrimonio, no es menos importante contar con la razón que conjuga fe, sentido común y, sobre todo, amor: ese amor que es tanto amor a la verdad -del matrimonio, de la persona- como amor de verdad por el cónyuge y, antes, novio o novia.
Tomás Melendo, catedrático de Metafísica de la Universidad de Málaga, y Lourdes Millán-Puelles, profesora de Filosofía de enseñanza secundaria, han publicado, individualmente, más de 30 libros. Este que han escrito conjuntamente aúna la profundidad de quien busca la verdad (son dos filósofos), la sencillez de quien sabe explicar (son profesores) y la experiencia de vida (están casados y tienen siete hijos). Sin caer en el recetario -hoy tan en boga-, ni en planteamientos teóricos, los autores ofrecen un texto que hace redescubrir la hondura y belleza del matrimonio, sin olvidar sus dificultades ni el sentido de vocación que tiene.
El libro se ha dividido en tres partes. La primera, «La chispa del amor», expone lo relativo al enamoramiento, el noviazgo y la decisión de contraer matrimonio. La segunda, «Cuando el amor ya es hoguera», está dedicada al amor conyugal. La última, «Al calor del hogar», a los hijos, su educación y al valor de la vida humana.
Una de las virtudes de Asegurar el amor es la argumentación sólida, sin ceder a la ligereza de planteamientos bienintencionados pero insuficientes. Otra es la comprensión de la persona, y en concreto de la persona-hombre y la persona-mujer. Así, entre otros, son de destacar los siguientes aspectos. El primero, la diferencia entre amor y enamoramiento; entre amor romántico, de donación y conyugal. También es interesante la exposición de las diez razones por las que no hay que casarse, así como lo que conlleva la decisión de hacerlo. En lo relativo a la vida matrimonial, es importante la visión de la comunicación en el matrimonio (que no puede reducirse a técnicas), la exposición de las virtudes de la vida matrimonial y lo relativo al perdón. Sin formar un apartado distinto, en unión con todo lo anterior, se entiende el sentido de la sexualidad, la castidad conyugal, la apertura a la vida y por qué es una falacia el temor a los hijos como si éstos constituyeran un impedimento a la felicidad conyugal.
El libro es, pues, recomendable para un amplio público, siempre que éste no se conforme con lo fácil, quiera razonar al paso de los autores o, al menos, esté dispuesto a escucharles.
Isabel Herrera