“Nunca viajamos para evadirnos de la realidad, sino más bien para recobrarla”, afirma el periodista y escritor Jorge Bustos (Madrid, 1982), jefe de opinión del diario El Mundo y reputado columnista. Es autor, además, de varios libros en los que ha reunido sus colaboraciones y ensayos literarios, como La granja humana o El hígado de Prometeo. En este reúne los reportajes que escribió de dos viajes muy distintos: uno, en 2015, a La Mancha, cuando se conmemoraba el cuarto centenario de la publicación de la segunda parte del Quijote; y el otro en 2019, a Francia.
Viaja a La Mancha con la compañía del libro que Azorín escribió en el tercer centenario: La ruta de don Quijote. Si Azorín, a principios del siglo XX, aún veía trazas de los lugares que recorrió don Quijote, Bustos se encuentra con la obsesiva y persistente presencia de las consecuencias del turismo organizado y del desarrollo económico de esas tierras. A pesar de todo, Bustos descubre restos sociales, morales y costumbristas de un territorio que mantiene muchas de sus esencias: “La Mancha: ya solo el nombre vacuna contra toda solemnidad. No es Gaula ni es Hircania, no es Saba ni es Constantinopla. Es La Mancha, y recorrerla de vez en cuando educará en el futuro a mucho tecnolerdo y le quitará al urbanita mucha tontería”.
En el viaje a Francia visita San Juan de Luz, Burdeos… de la baja Aquitania hasta Normandía, pasando por Bretaña… y París. Y regresa por la orilla señorial del Loira, abarrotada de castillos. En su periplo, tiene como objetivo estilístico “retratar lo que se ve sin que resulte tópico, y por tanto opaco”. Lo que contempla confirma su admiración por Francia. Su formación humanística traspasa estos reportajes, repletos de lúcidos y amenos comentarios artísticos, literarios y culturales y de puntuales referencias a la actualidad. En la parte final del libro, Bustos subraya su acercamiento al clasicismo francés, es decir, “a la idea del límite, de la contención, del buen tono, de la expansión justa, del matiz”.
El epílogo, “Del gallo al cisne”, resume algunas ideas que ha intentado transmitir con este libro que define como “precovid”: “Una celebración del viaje sin más prevenciones que las impuestas por el presupuesto y por las entrañables trampas de la publicidad hotelera”. Y también resalta la alabanza que hace de la lectura, de la palabra y del periodismo escrito que es, para Bustos, “el último retén de la razón, entendida como la facultad de adecuar el lenguaje a los hechos en una correspondencia ajustada y compartida”. Con mucho humor y una excelente calidad literaria, Bustos reinventa el libro de viajes, un género que reafirma la necesidad del asombro para descubrir los matices de la contundente realidad.