Árdora. Madrid (2006). 144 págs. 11 €. Traducción: José Areán.
La figura del escritor Christian Bobin (Le Creusot, 1951) es poco conocida en España. Su primer libro traducido al castellano, «El bajísimo» -una bella y peculiar biografía de san Francisco de Asís-, pasó sin apenas hacerse notar por nuestras librerías, quizá porque la voz de Bobin -tan humilde, tan esencialmente pobre y franciscana- no busca el virtuosismo vacuo ni los falsos lujos de los grandes estrategas de la literatura, sino tan sólo dialogar con aquel fondo íntimo que nos constituye como seres humanos. Pero eso en España lo sabían muy pocos -José Jiménez Lozano, que ha escrito luminosas páginas sobre nuestro autor en la última entrega de sus diarios- y no fue hasta la reciente publicación de «Autorretrato con radiador» cuando la crítica especializada descubrió en Christian Bobin a uno de esos escritores que de verdad cuentan por la excelencia y el prestigio de su obra.
A medio camino entre el dietario, la colección de aforismos y la poesía en prosa, «Autorretrato con radiador» narra el día a día de un hombre -posiblemente el propio autor, aunque en ningún momento se presente como tal- que busca apresar la alegría en los acontecimientos más nimios de la vida. «La dicha forma parte de lo minúsculo e imprevisible», escribe en uno de los pasajes del libro. «Cuando estamos alegres, Dios se despierta», afirma en otro. Y de este modo, se van sucediendo en el libro las reflexiones sobre la soledad, el amor y la muerte, los apuntes sobre la sobrecogedora belleza de las flores, los poemas intercalados, la escucha atenta de la música de Mozart o de Bach, la leve poesía de una oración que su autor musita casi en silencio. Como puede el lector imaginar, aquí lo que cuenta no es la trama sino la hondura de un alma que celebra el misterio de estar vivos desde una perspectiva, a la vez, poética y cristiana.
Indudablemente, Christian Bobin nunca será un autor de mayorías, ni falta que le hace. Es, sin embargo, un escritor imprescindible que convierte la cotidianidad en un motivo para el gozo. Bobin descubre en la humildad el auténtico «leit motiv» de la elegancia; la humildad y el sentimiento de gratitud por los dones recibidos. Y esto es algo tan inusual en nuestro tiempo que, aunque sólo fuera por ello, ya valdría la pena detenerse a paladear «Autorretrato con radiador».
Daniel CapóACEPRENSA