La historia de la América hispánica es tristemente ignorada por la mayor parte de los españoles, incluso por muchos que se consideran –y en buena medida son– gente cultivada. Una de las causas de tal estado de cosas hunde sus raíces en nuestra historia. El proceso de las independencias fue traumático y corrió paralelo al asentamiento del régimen liberal, de modo que los liberales, que fueron los que implantaron la enseñanza universal desde el Estado, no deseaban incluir en los programas un capítulo que no sabían cómo presentar sin un probable desprestigio propio. Si a eso se le suma lo polémico de la cuestión, el terreno quedó abonado para que al final se arrinconara u omitiera en los planes de estudio y, en contrapartida, se generalizaran simplificaciones necesariamente superficiales.
Javier de Navascués, un reputado especialista en literatura hispanoamericana, se marca en este libro un objetivo ambicioso que resuelve brillantemente. Muestra en treinta vidas qué sabemos de Hispanoamérica del siglo XVI al XIX. Él compara su texto con un árbol en el que las ramas se entrecruzan de forma aparentemente desordenada y caprichosa, pero orgánica y frondosa.
La obra consiste en un conjunto de retratos de unos personajes que aparecen vivos, sorprendentemente creativos, atractivos o patéticos, siempre dinámicos y nada vulgares. Los contrastes son una constante en las historias, narradas con una fina ironía que ayuda a comprender y a veces disculpar esas trayectorias. Las fuentes son sólidas: el autor conoce muy bien y de primera mano la literatura, que es una de las principales, y también las obras que han hablado de estos personajes, basadas en archivos. De la calidad de ese fundamento procede la viveza creíble del conjunto de este árbol que nos parece ver crecer y sacudirse con el viento de la historia.
Hay un poco de todo en la nómina: virreyes como Francisco de Toledo, mujeres conquistadoras como María de Estrada o Inés Suárez, literatos como Alonso de Ercilla o el Inca Garcilaso de la Vega, pícaros como Pedro Chamijo, tipos increíbles como Francisco Bernal, llamado “el Cid de los Andes”, pintores como Miguel Cabrera, que retrataron toda la sociedad; científicos como Félix de Azara, o Jorge Juan; hombres y mujeres de armas, como Blas de Lezo y Catalina de Erauso, la monja alférez, y hasta un gobernante luchador contra la corrupción que ha llegado a los altares: Juan de Palafox.
El libro certifica que mucho mejor que discutir sobre superficiales leyendas negras o rosas es conocer lo mejor posible esta historia tan vibrante, variada y apasionante.