Anagrama. Barcelona (1993). 195 págs. 1.700 ptas.
Con Aves de paso, último Premio Herralde de novela, se consolida la producción de J.M. Riera de Leyva (Almería, 1934). Este autor se dio a conocer con la novela En otro país (1970), a la que siguió, casi 20 años después, Lejos de Marrakech (1989) y, más tarde, Territorio enemigo (1991).
Aves de paso presenta temas y personajes movidos por inquietudes similares a las que atormentaban a los protagonistas de su primera novela. El narrador es un hombre maduro que, a raíz de un accidente, reflexiona sobre el fracaso de su existencia. Con el fin de rehacer su vida decide llevar a cabo una experiencia supuestamente liberadora: viajar sin rumbo fijo por zonas turísticas, mientras toma notas para escribir una novela sobre ese viaje. La novela que leemos es, en definitiva, la que el propio narrador escribe en el libro.
La estructura de la obra juega con dos materiales: los fragmentos de una enciclopedia sobre el comportamiento animal que el narrador está leyendo, y las notas tomadas durante el viaje, que dan pie para recoger episodios aislados de violencia, desamor, crueldad o ternura. Ambos ejes estructurales alternan sin que entre ellos exista conexión alguna. Cada una de las estampas que componen el libro podría leerse como una unidad narrativa independiente, aunque el conjunto final goza de una trabazón perfecta.
La forma que tiene Riera de Leyva de concebir la literatura y de expresarla se despega de los modos y usos de sus coetáneos. Lo más destacable de su estilo es la desnudez de su prosa, de trazo firme, párrafo corto y frase breve. La vinculación de este escritor con el mundo del cine explica su tendencia a economizar al máximo la escritura. Esta concisión en las descripciones alivia un poco el planteamiento de fondo inmoral que sacude a la novela.
Begoña Lozano