El jesuita norteamericano de origen polaco Walter Ciszek (1904-1984) entró con nombre falso en 1940 en Rusia y en 1941 fue descubierto y detenido. Pasó cinco años en la Lubianka –la sede del NKVD– y nueve años más en un campo de trabajos forzados, condenado por ser “espía del Vaticano”. Liberado en 1955, con restricción de movimientos, prosiguió su labor pastoral clandestina en tres ciudades siberianas, hasta que en 1963 fue devuelto a Estados Unidos, canjeado por un espía soviético apresado en este país.
A diferencia de otros relatos de Gulag, este no se detiene en los acontecimientos externos. Eso hizo ya Ciszek en su libro anterior, Espía del Vaticano (With God in Russia, 1964). Pero el que de verdad él quería escribir es este, publicado…
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