Caín

Alfaguara. Madrid (2009). 200 págs. 18,50 €. Traducción: Pilar del Río.

TÍTULO ORIGINALCaim

GÉNERO

A pesar de su ateísmo confeso, la religión ocupa un destacado lugar en la obra literaria del portugués José Saramago, especialmente a partir de la publicación de El Evangelio según Jesucristo (1991), novela que desató una gran polémica en su país y que mostraba, con afán de provocación, a Jesús exclusivamente desde una perspectiva humana y atormentada. En sus diarios y en sus muchas declaraciones, la religión nunca ha salido bien parada. Como ha dicho Saramago a propósito de este nuevo libro, “no nos damos cuenta de que, habiendo inventado a Dios, inmediatamente nos esclavizamos a él”.

La novela utiliza como ingredientes personajes y sucesos tomados de la Biblia. Comienza con la salida de Adán y Eva del Paraíso y el posterior asesinato de Abel a manos de Cain. A partir de ese momento, la novela se centra en este personaje, errante y desterrado, que recorre diferentes lugares de la tierra de Nod hasta que, tras su encuentro con la reina Lilith -al que ella toma como su amante-, sus viajes traspasan la frontera del tiempo. En diferentes momentos de la novela se encuentra con Abraham antes del sacrificio de Isaac, luego en la ciudad de Jericó, es testigo de los males que padece Job y de los preparativos y el viaje de Noé…

Con un tono de farsa y con mucho sarcasmo, Saramago resalta la disidencia de Caín, su cuestionamiento de las ideas de Dios, su rechazo a las ideas y mensajes de un Dios al que tilda de caprichoso, sordo, loco y que da la espalda a la humanidad. A la vez que se cuentan diferentes pasajes bíblicos, mientras Caín piensa todas estas cosas, no tiene ningún reparo en vivir una cadena de aventuras sexuales con Lilith y con más mujeres.

Saramago cuenta todo esto con su estilo habitual, incorporando los diálogos en la narración y plagado de digresiones irónicas. La narración se sustenta sobre pocos hilos, y como sucede en sus últimas novelas, todo gira en torno a una ocurrencia, sin que la novela apenas avance ni profundice en los temas que se abordan. Poco le importa al autor, que utiliza al personaje bíblico de Caín para subrayar un mensaje ya conocido y que vuelve a aparecer en esta novela de manera muy explícita: “la historia de los hombres es la historia de sus desencuentros con Dios, ni él nos entiende a nosotros ni nosotros lo entendemos a él”.

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