Schiller se sitúa en una época de grandes cambios, cuando los delirios de la Ilustración se están apaciguando y comienza a arder la pasión romántica, pero no abdica de la vocación pedagógica que, de acuerdo con los ideales que suscribe, asume el intelectual moderno. Pese al equívoco del título, estas cartas recogen lecciones explícitamente políticas, ya que, en el marco de la filosofía del dramaturgo alemán, la estética y el arte se transforman, tras la barbarie revolucionaria a la que conduce la razón absoluta, en arietes de la emancipación humana y garantizan el advenimiento de la redención política.
Puede que estas cartas –no dirigidas a nadie determinado, tal vez porque para este “inventor del idealismo alemán”, como lo llamó Safranski,…
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