El 23 de abril de 2021 se cumplieron quinientos años de la batalla de Villalar, momento de la guerra de las Comunidades de Castilla que marca la derrota de los rebeldes a manos del bando leal al emperador Carlos V. Este conflicto armado, una de las muchas guerras civiles que han asolado España, tuvo una importancia capital en el devenir del reinado de Carlos de Austria y en la configuración territorial de España.
Este hito de la historia política castellana y española no suscita el interés que merece, pero ha sido el punto de partida de Lorenzo Silva para escribir una obra entre la divulgación histórica y el ensayo autobiográfico que busca indagar en la identidad castellana, esa “que no aspira a recobrar el sentido que tuvo, porque la Historia lo barrió para siempre”.
Cuenta Silva, un madrileño de ancestros salmantinos y malagueños, que el germen de Castellano estuvo en un creciente sentimiento de pertenencia identitaria ocurrido en su madurez, inflamado por lo que considera una “reiteración en el menosprecio” de ciertos comentaristas catalanes durante los últimos años. El escritor defiende que “no quería por unos pocos perder el espacio afectivo y de enriquecimiento personal que había encontrado en Cataluña”, donde llevaba décadas viviendo y ha tenido una hija. De ahí que pretendiera ahondar en las razones de su emoción identitaria, con sus “luces y sombras”.
Se alternan en el libro los capítulos de recreación histórica que narran los sucesos ocurridos entre la primavera de 1520 y la de 1522, y aquellos ocupados por las reflexiones contemporáneas del autor al hilo de esos sucesos y de otras cuestiones de la historia castellana. Recoge Silva también la mirada de la tradición intelectual sobre Castilla de los que le precedieron, sin pretender ser exhaustivo. Sobre la interpretación de los hechos históricos concretos, se suma al consenso reciente que rechaza la idea de que la revolución comunera fuese un acontecimiento de cariz reaccionario.
Lo más interesantes de este libro quizá sea su integración en el contexto histórico –sociopolítico e ideológico– en el que se publica. Coincide la aparición de Castellano con un debate reciente sobre Castilla, aunque no se nombre explícitamente. La España vacía, de Sergio del Molino, viene generando una intensa reflexión sobre la meseta castellana. Feria, de Ana Iris Simón, se ha convertido en el fenómeno literario de la temporada, en buena medida por su reivindicación de un espacio rural y una tradición que pueden considerarse castellanos.
El libro de Silva no tiene la profundidad intelectual de aquella ni la potencia e intimidad literarias de esta. Tampoco el rigor de Comuneros: el rayo y la semilla, de Miguel Martínez (Hoja de Lata, 2021), un reciente ensayo historiográfico sobre la guerra de las Comunidades desde un ángulo progresista. Pero más allá de esta coyuntura, cabe celebrar Castellano por su labor divulgativa, al poner de manifiesto “ese proverbial descuido, esa indiferencia hacia sí mismos y sus símbolos tan característica de los castellanos”.