No estamos ante una monografía más al uso sobre Nietzsche. Como apunta el subtítulo, “Raíces nietzscheanas de la cultura actual”, este ensayo trata de mostrar hasta qué extremo el ambiente de nuestra época posmoderna está impregnado por el pensamiento del filósofo alemán. Y como terapia para salir de sus estrecheces, conviene empezar por hacer un diagnóstico certero. Entre otros síntomas, el autor encuentra la herencia de Nietzsche en la proclamada voluntad de autorrealización desde la nada, en la sustitución del término dignidad por el de valor y la trivialización de este último, en la llamada posverdad y, en general, en el relativismo cognoscitivo y ético, todo ello consecuencia de la muerte de Dios.
Con maestría, el autor aúna el rigor y la claridad al tratar los principales temas nietzscheanos, como la sospecha frente a la moral, la pretendida oposición entre conocimiento y vida, el eterno retorno o la libertad como autonomía total, por citar solo algunos. También acierta al trasladarlos al inventario del momento presente.
Lo significativo es que no solo cabe argüir a Nietzsche desde otras opciones intelectuales y vitales, sino que, pensadas hasta el final, las piezas anteriores no encajan entre sí. Tal ocurre con la libertad creativa carente de destinación, en tanto que desemboca en la necesidad cósmica del eterno retorno, o con el refuerzo de lo vital, que elimina toda moral objetiva, lo cual termina postulando una voluntad de poder anónima, que engulle todo.
Asimismo, la emancipación del sexo respecto de todo vínculo enfila la pendiente de un vaciamiento de lo humano, tal como se acusa hoy en la ideología de género. Se ha dicho autorizadamente que la muerte de Dios en el interior del hombre es también la muerte del hombre.
Como contrapunto se presenta el planteamiento de Dostoievski, atento a la deriva nihilista a la que conduce la autonomía absoluta de lo humano: así lo muestra en sus personajes, particularmente con Raskolnikov en la novela Crimen y castigo, en la que finalmente es el amor lo que salva al ser humano del precipicio. También se dedica un capítulo entero y dos anexos a las tesis propositivas de teoría del conocimiento, que contrastan con la descalificación por Nietzsche del conocimiento intelectivo.
En cuanto a la pretendida síntesis entre marxismo y las derivaciones nietzscheanas, Balibrea la encuentra sumamente problemática, ya que, si bien coinciden en el ateísmo, el primero lo es por absorción del ser personal en la colectividad homogeneizante, mientras que el segundo aísla al individuo en la autonomía de su voluntad. La coincidencia entre ambas viene por lo que dejan de lado, especialmente las implicaciones del tema de la persona, y no tanto por lo que afirman, que es inconciliable.