El libro supone una puesta a punto divulgativa e interdisciplinar respecto a la realidad y expectativas relacionadas con la investigación con células madre.
En primer lugar, Javier López Guzmán ofrece un panorama del estatuto biológico del embrión donde se defiende su identidad humana -al entender la vida como un continuo- y la necesidad de su protección por parte de la sociedad. En otro momento Roberto Germán Zurriaráin explica las claves filosóficas de una investigación sin desviaciones utilitaristas, acorde con la dignidad de todo ser humano, incluido el embrión.
La base biológica del tema, tratada por José Manuel García Verdugo, nos recuerda la diferencia entre las células madre adultas y las células madre embrionarias. La utilización de las primeras no presenta ningún reparo ético y ha dado lugar a múltiples ensayos clínicos -1.600 a fecha de publicación del libro-. El uso de las últimas supone la destrucción de embriones y, pese a sus mayores posibilidades de adaptabilidad, provocan tumores, rechazo inmunológico y no han conseguido todavía ningún logro médico.
En el estado actual de la investigación resalta el trascendental logro de los científicos Yamanaka y Thompson en noviembre de 2007: fueron capaces, cada uno con su respectivo equipo, de obtener células embrionarias a partir de células adultas por técnicas de retroprogramación. Tal hallazgo científico y su consolidación convierte el empleo de embriones para obtener sus células en algo desfasado.
Dentro del planteamiento jurídico nos encontramos con dos autores que mantienen algunas discrepancias. Asier Urruela Mora describe con claridad el desarrollo jurídico que ha tenido España en materia de reproducción asistida e investigación biomédica.
Respecto a las últimas leyes españolas de Reproducción Asistida, en 2006, y de Investigación Biomédica, en 2007, defiende su constitucionalidad así como su compatibilidad con el Convenio de Oviedo, de 1997, firmado por varios países de Europa, incluida España.
En cambio, Vicente Bellver Capella expone la contradicción intrínseca de la reciente Ley de Investigación Biomédica. Tal ley prohíbe la creación de embriones con fines de investigación, al mismo tiempo que permite la clonación terapéutica para producir embriones, entendiendo -sin fundamento- que estos últimos embriones no tienen la misma entidad que los obtenidos por fusión de gametos. Un último capítulo, también de Germán Zurriaráin, relata una perspectiva de la legislación internacional actual. Costa Rica e Italia figuran como los países con leyes que más defienden la dignidad del embrión humano.
El libro incluye una explicación y valoración de diversas prácticas biotecnológicas. Es Bellver Capella quien hace notar cómo el diagnóstico genético preimplantatorio supone la supresión de embriones sanos, aunque la elección para la vida de uno de ellos se haga con la buena intención de curar la enfermedad de un hermano ya nacido. Estudia también las posibles consecuencias de la investigación de la técnica en la programación genética del ser humano: la elección de “niños a la carta” y la progresiva determinación genética de nuestros descendientes.
Entre las conclusiones destaca la necesidad de una revisión legislativa acorde con las últimas investigaciones de 2007 que hacen científicamente innecesario el uso de embriones humanos para fines terapéuticos y de experimentación.