Dentro del género «el islam explicado a los occidentales», este libro tiene un particular valor. Quien responde a las preguntas es un islamólogo de fama internacional, un árabe cristiano que creció en El Cairo oyendo la llamada del muecín a la oración. Samir Khalil Samir, formado en Europa, jesuita, da clases en la Universidad Saint-Joseph de Beirut, ha fundado revistas y publicado una veintena de libros sobre el cristianismo oriental y el islam. En suma, un estudioso cuya propia experiencia vital le permite esclarecer un fenómeno como el islam, que integra religión, sociedad y Estado.
La fórmula de la entrevista da agilidad a la exposición de los temas. Pero no es un diálogo abandonado a la pura espontaneidad; las atinadas preguntas siguen un plan sistemático, y las respuestas están bien trabajadas, con datos y citas.
El diálogo parte del marco histórico y cultural en que nació el islam, el carácter del Corán y los pilares de la fe islámica. A partir de estos fundamentos, las otras secciones responden a cuestiones que hoy se plantean al islam y que son también motivo de debate en la opinión pública occidental: su adaptación a la modernidad, el respeto a los derechos humanos y en particular de la libertad religiosa, la condición de la mujer, la violencia, los musulmanes en Europa, el diálogo con el cristianismo…
Con su conocimiento de la tradición y de la mentalidad islámica, Samir despeja equívocos y clarifica palabras y gestos que no significan lo mismo para occidentales y musulmanes. Por ejemplo, la mezquita no es un «templo musulmán». Es un lugar de oración, pero también el lugar donde la comunidad resuelve las cuestiones sociales, culturales o políticas que le afectan. Querer limitarla a un templo es hacer violencia a la tradición musulmana. Del mismo modo, cuando se trata del problema de la igualdad entre hombre y mujer la mentalidad forjada por el cristianismo reconoce la validez del derecho natural, mientras que el musulmán afirma el primado de la ley religiosa que niega esa igualdad.
Samir no duda en señalar las limitaciones del islam y sus difíciles relaciones con la modernidad. Sin resabios políticamente correctos, advierte que la integración de los inmigrantes musulmanes en Europa no responde a los cánones de la utopía multicultural. Para favorecer la convivencia y evitar la constitución de guetos musulmanes, los gobiernos han de hacer respetar principios fundamentales sobre los derechos de la persona, la igualdad entre hombre y mujer, la separación entre la religión y el Estado, la libertad religiosa, y a la vez estar dispuestos a aceptar rasgos específicos del islam que no estén en contradicción con las leyes ni con las costumbres consolidadas.
El capítulo dedicado a las relaciones entre cristianismo e islam es también un buen ejercicio de clarificación: Samir muestra las irreductibles diferencias y las fuentes de malentendidos, pero también la posibilidad de emprender itinerarios comunes en aspectos específicos.
Si la xenofobia nace de la incomprensión del otro y del miedo a la diferencia, este libro previene tal reacción, pues ayuda a comprender al musulmán, sin prejuicios ni ingenuidades.