Como pájaros atolondrados continúa las vicisitudes que vive la joven Ana, descritas en la novela anterior, Vacaciones en el Cáucaso. Ana es la nieta de Loxandra, la protagonista de la novela más celebrada de la autora, titulada también Loxandra, publicada en Acantilado. Nacida en Constantinopla en 1897 y fallecida en Atenas en 1989, Iordanidu se inspiró en su propia biografía para contar la agitada vida de Ana en un momento convulso en estos territorios.
La novela comienza con el regreso de Ana a Constantinopla, tras sus fracasadas vacaciones en el Cáucaso, que coinciden con la Revolución de Octubre, suceso que obliga a la protagonista a permanecer una larga temporada en Rusia. Mientras busca trabajo en Constantinopla, vuelve a vivir con su madre y una tía. Pero pronto entra a trabajar en una empresa americana que, más adelante, la destina a Alejandría.
Estamos en el periodo de entreguerras, todavía con los países devastados por las consecuencias dramáticas de aquellos hechos, pero con la esperanza de construir un nuevo mundo, esperanza que pronto se verá truncada. Ana se traslada a Alejandría con su madre, se reencuentra con unos familiares y rehace su vida. Allí entra en contacto con un grupo de intelectuales próximos al Partido Comunista, como el llamado Maestro, con quien más tarde contraerá matrimonio, antes de partir a Atenas, donde transcurre la última parte de la novela.
El telón de fondo histórico es ese momento conflictivo, espinoso, que Ana afronta a pesar de todo con ilusión. A través de breves historias, muchas de ellas costumbristas, se habla de ella, de su familia, de las manías de su madre, de la tensa relación de su marido con su suegra, de los sirvientes (como Halil y Parthena, excelentes personajes). La novela acaba cuando las tropas italianas invaden Grecia.
Ana vive todo esto muy agarrada al presente, pero con un notable sentimiento de nostalgia, recordando otros momentos de su vida y su infancia en Constantinopla. De hecho, en todo momento, como en su traslado a la casa de campo de Elinikó, lo que desea es revivir aquellos tiempos, regresar otra vez a un emotivo pasado lleno de felicidad. Iordanidu describe todo esto con un buen ritmo narrativo, sin apenas reflexiones, sin detenerse en cuestiones políticas, sino atendiendo a la vida sencilla de sus protagonistas, testigos de un mundo enrarecido que los deja como “pájaros atolondrados”, yendo de un lugar a otro, buscando algo que quizás ya no van a volver a encontrar.