Rialp. Madrid (2003). 381 págs. 19 €.
Antes de Juan XXIII y del Concilio Vaticano II, apenas sería pensable que un Obispo de Roma dijese a los líderes de la Iglesia evangélica en Alemania que iba «como peregrino a la herencia espiritual de Martín Lutero». Jutta Burggraf recoge estas palabras, pronunciadas por Juan Pablo II en Colonia (noviembre de 1980), en esta interesante introducción al ecumenismo, escrita con rigor y amenidad en un castellano excelente. En cierto modo, completa y profundiza las perspectivas de su obra de 1991 Vivir y convivir en una sociedad multicultural.
El propósito del libro está bien expresado en el título. Se han dado pasos importantes en materia ecuménica a lo largo del siglo XX, pero queda aún mucho por hacer. Decisiones recientes de algunas denominaciones evangélicas, o la actitud de diversos patriarcados ortodoxos, muestran la necesidad de seguir recorriendo un camino que se aventura tan necesario como largo.
En el fondo, el ecumenismo exige por parte de todos una honda reflexión, llena de espíritu religioso. La Iglesia no es una especie de Commonwealth, o menos aún un gran restaurante espiritual internacional, con carta única pero menús variados e incluso incompatibles. La unidad no puede ser otra que la profundización en la única Iglesia querida por Cristo.
Vale la pena leer este libro, que ayuda a entender la situación histórica y actual de las más importantes confesiones, así como los grandes hitos del esfuerzo ecuménico del siglo XX. Tal vez en próximas ediciones se podría dedicar un espacio más específico a la acción ecuménica que se vive de hecho por tantas personas, no sólo en tierras de misión, sino sobre todo en las calles y lugares de trabajo del mundo occidental.
Salvador Bernal