La historia de la filosofía no ha tratado bien a Boecio, a quien apenas se recuerda por su definición de persona y por alguna que otra cita suelta. Pero quien lea Consuelo de la filosofía con una mínima perspectiva encontrará, en síntesis, las líneas principales de la metafísica y teología medieval –en realidad, de la cultura clásica– trabadas en un diálogo, de indudables resonancias platónicas, entre la propia filosofía y Severino Boecio, encarcelado supuestamente por sus simpatías bizantinas. Por otro lado, basta con leer las Sumas de santo Tomás para darse cuenta de la influencia de este autor.
La presente traducción pretende ser la definitiva y opta por verter el título como “consuelo”, en lugar del clásico “consolación”. Sin juzgar la …
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