El Acantilado. Barcelona (2005). 628 págs. 27 €. Selección y prólogo de Alberto Manguel. Traducción: Miguel Temprano García.
Siempre es una fortuna tropezarse con un nuevo libro de Chesterton. Fue traducido ya hace muchos años, pero en traducciones no siempre felices y, sobre todo, en ediciones ya imposibles de encontrar. Con excepción de «El hombre que fue jueves» o las novelas del Padre Brown, incesantemente reeditadas.
Hay que agradecer esta una nueva ola de traducciones recientes. Lo que dice mucho de lo vigente que sigue el pensamiento de Chesterton y su forma de situarse en la cultura moderna. La editorial El Acantilado había traducido hace poco su genial «Autobiografía» (2003), que es un libro esencial, y su simpática «Breve historia de Inglaterra» (2005). También la editorial Valdemar ha editado otros ensayos.
Este nuevo libro debe mucho a Alberto Manguel, del que es conocida su «Historia de la lectura». Se ha encargado de hacer una correcta introducción y ha seleccionado los textos. En realidad, este libro es exactamente eso: una antología de textos escogidos y agrupados en diez secciones por el propio Manguel. Hay una sección de crítica literaria, muy simpática («El pobre Shakespeare») y una «Defensa de las novelas de detectives»; una sección titulada «Escribir mal», sobre el arte de escribir; dos secciones dedicadas al absurdo y la paradoja; una sección sobre los ricos; otra sobre costumbres americanas; y algunas más.
En total casi cien breves escritos. Chesterton es un autor chispeante, lleno ocurrencias, con constantes juegos de palabras y por eso, muy difícil de traducir. Y, por debajo de tanta chispa, hay un enorme fondo. Un fondo de optimismo y un clarividente juicio de nuestra cultura. Una parte de la chispa y del ritmo se pierde sin remedio por problemas de traducción, que en el caso de Chesterton son casi insuperables. Con estos límites, esta traducción resulta digna.
La fórmula de publicar una selección de textos variados facilita la lectura ocasional y permite apreciar el genio de Chesterton, que, como buen periodista, brilla especialmente en la exposición breve. Aunque no se debe olvidar la importancia que tiene el argumento general de obras como su «Autobiografía» o su «Ortodoxia», que son un resumen de su vida y, a la vez, una apología de la fe cristiana. En este libro, se echa de menos una lista de referencia para saber de dónde proceden los textos y su datación. Se reconoce que algunos son capítulos o partes de sus ensayos. Y otros, artículos de prensa.
Juan Luis Lorda