Mueren los hombres, pero no sus ideas. Algo así se puede decir, con razón, de René Girard, fallecido en 2015, pero autor de una obra cuya potencia explicativa no ha hecho más que empezar a revelarse. Bastaría para comprobarlo con echar una ojeada a los congresos o investigaciones actuales sobre la mímesis o el chivo expiatorio, o constatar, por ejemplo, el interés despertado por esta larga conversación entre el antropólogo francés y dos colegas en los ya lejanos setenta, todavía inédita en castellano y que ve la luz ahora bajo el sello de Sígueme.
Girard es, ante todo un desmitificador, un rastreador, un pensador a contracorriente, sin reparos para verse las caras con las grandes tendencias intelectuales, como el estructuralismo o el psicoa…
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