Un libro que no habla del tiempo pero sí de todo lo relacionado con él: relojes, calendarios, ritmos y lo que en los últimos 250 años hemos hecho para intentar gestionarlo. Resulta que las apps para optimizar hasta el último segundo del día no son algo tan novedoso; ya en el año 1851 los habitantes de Gran Bretaña se rebelaron contra la tiranía del control temporal. Veían su apacible vida amenazada por la velocidad y los horarios impuestos por el ferrocarril. La regulación de las horas, necesaria para coordinar las partidas y llegadas de los trenes, molestó a muchos vecinos acostumbrados a organizar su día según el reloj del ayuntamiento, fijado a partir del sol de mediodía. No les hizo nada de gracia que la sincronización de las horas les obligara a entrar en contacto con los conceptos de “puntualidad” y “prisa”. “El tren o el sol”, decían.
Cronometrados es un libro lleno de anécdotas divertidas e interesantes, contadas en desorden cronológico, que plasman las investigaciones de Garfield sobre nuestra obsesión con el tiempo y “nuestro afán por medirlo, controlarlo, comprarlo, representarlo, inmortalizarlo, reinventarlo y darle sentido”. Nos hemos afanado en descubrir las más sofisticadas tecnologías para medir el tiempo con precisión, pero seguimos siendo tan básicos como para colocar las horas de los relojes en exhibición a las 10:10. ¿Por qué? Porque parece que el reloj “sonríe”.
Libertad temporal. A eso apunta Garfield con su libro. El objetivo de todo lo que nos cuenta es convencernos de que los esfuerzos por controlar y medir el tiempo son limitados. Debemos aprender a desprendernos del tiempo para volver a tenerlo. “Hemos pasado más de dos siglos de industrialización batallando contra el tiempo –corriendo tras el tren, sacando pecho para romper la cinta de la meta, manteniendo las posiciones en un mundo cada vez más optimizado– y hoy tenemos la oportunidad de dejar que todo se escape. Sería como abandonar la ciudad para arar los campos. ¿Quién de nosotros estará a la altura?”.
Es un libro del que se disfruta y se aprende. Algunas anécdotas de las que incluye el autor parecen desviarse un poco del tema, pero en general está lleno de material fascinante y divertido, que invita a la reflexión. Estamos acostumbrados a correr contra el tiempo pero no a pensar sobre él. Es hora de que empecemos a hacerlo.