Pre-Textos, Valencia 2005. 372 págs. 25 €. Traducción: Patricia Orts.
«Cuando Dios bailaba el tango» se compone de dieciséis historias, dieciséis momentos puntuales de la vida de otras tantas mujeres que vivieron en Argentina entre los siglos XIX y XX. Los protagonistas de unos y otros relatos se entrecruzan y complementan, denotando el esfuerzo de la autora al componer un conjunto que va cobrando sentido al conocer más sobre cada parte por separado.
Sin embargo, las historias se parecen en exceso entre sí, como si la voz de tantas mujeres fuera una voz sola, el mismo lamento melodramático por el abandono y la nostalgia. Todas las protagonistas son desgraciadas, sensibles e incomprendidas, y los hombres meras caricaturas de la cobardía con menos relevancia que la que tendrían en una película de Almodóvar.
La intención de la escritora no está demasiado lejana de los relatos con regusto épico de Borges, García Márquez o cierta tradición de novelistas del sur de Estados Unidos: construir la historia de un pueblo maldito en el que los pecados de los padres pasan a sus hijos, en una condena que dura generaciones y parece interminable. La escritura y la imaginación de Pariani se quedan cortas para un propósito tan ambicioso, aunque sí consiguen cristalizar en algunos pasajes muy visuales. Por lo general, las historias en las que hay algún movimiento están más conseguidas que las que transcurren en la mente de los personajes.
No faltan los desaparecidos, el exilio, el desarraigo, ni ninguno de los temas que tradicionalmente salpican de política la literatura argentina, sin que en este caso el acercamiento aporte demasiado ni al imaginario colectivo ni a las historias tantas veces leídas y escuchadas. La autora sí es más irónica, en cambio, al tratar con el proverbial e irreductible orgullo nacionalista de un pueblo convencido de que Dios es argentino, y su patria la tierra prometida.
Esther de Prado Francia