Anagrama. Barcelona (2001). 401 págs. 2.700 ptas.Traducción: Jesús Zulaika.
Cuando fuimos huérfanos es la última novela de Kazuo Ishiguro (Nagasaki, 1954), afincado en Gran Bretaña desde su infancia y que ha publicado hasta ahora cinco novelas, entre las que sobresale Los restos del día. Aunque Ishiguro dice sentirse plenamente inglés, su obra, que oscila entre la realidad occidental y la oriental, entre el pasado y el presente, es un ejemplo de la literatura multicultural que se practica actualmente en Gran Bretaña.
Christopher Banks, un famoso detective londinense nacido a principios de siglo en Shanghai, investiga la extraña desaparición de sus padres cuando él era aún un niño. En la primera parte, relata su infancia en Shanghai, y su educación y triunfo profesional en Londres, de un modo reposado y realista. Banks emprende luego la búsqueda de sus padres en Shanghai, con la sorprendente convicción de que así detendrá la crisis mundial que se avecina. Corren los años 30 y Shanghai es, en ese momento, frente de guerra entre los japoneses y los chinos comunistas. La narración se desenvuelve, pues, entre misterios en el entorno de las mafias del opio, una intensa vida social en círculos burgueses británicos, escenas de guerra urbana, una historia amorosa y un misterio que desentrañar.
El desarrollo del relato se recrea en largos y refinados prolegómenos -que ocupan dos tercios largos del libro-, en los que las escenas son recuerdos de infancia, modos de vida, detalles de las relaciones sociales y amorosas de una sociedad burguesa que vive momentos convulsos. Luego, cuando el protagonista vuelve a Shanghai, el relato se desliza hacia pasajes alucinados, que no enganchan bien con lo anterior, quizá porque rompen las expectativas del lector.
Este brusco cambio de registro se debe a que Ishiguro ha querido reproducir lo que se podría llamar la lógica emocional de un niño, cuyo mundo sufre un colapso cuando sus padres se divorcian o desaparecen y piensa que todo se recompondrá si vuelven a unirse o aparecen de nuevo. Anclado en esa visión infantil, Banks está destinado a encarar el mundo como un huérfano que a lo largo de los años persigue las sombras de sus padres desaparecidos, unos padres a los que -descubre ahora- nunca conoció bien. En fin, Cuando fuimos huérfanos es una novela un tanto arriesgada que podrá cautivar a algunos y, quizá, impacientar a otros, en cualquier caso, con una narración hábil y elegante.
Ángel García Prieto