Siruela. Madrid (1994). 288 págs. 2.950 ptas.
Como muy bien explica José Manuel de Prada, autor de esta sensacional edición, los cuentos han representado desde siempre para los irlandeses algo más que una mera forma de entretenimiento. Por sus peculiares condicionamientos históricos, en estos relatos hay una original interacción de folklore, literatura y nacionalismo. Los relatos orales eran el pasatiempo favorito de los campesinos irlandeses, entre los que había narradores y bardos de mucha valía, que hacían gala de unas dotes artísticas fuera de los común.
Los irlandeses han apreciado su folklore como una parte irrenunciable de su patrimonio espiritual y de su propia personalidad como pueblo. Así lo han reconocido todos los que desde 1825 han trabajado en la recolección de estos relatos orales, entre los que destacan Thomas Crofton Croker, Patrick Kennedy, Lady Wilde, Lady Gregory, W.B. Yeats, Douglas Hyde y Jeremiah Curtin.
Esta antología contiene 47 relatos de entre los más de 200 disponibles. La selección de los cuentos se ha hecho atendiendo a la variedad de los temas tratados.
Hay cuentos para todos los gustos. Los primeros están dedicados a las hadas, las sidhe, raza escondida dotada de poderes mágicos que vive en estrecha vecindad con los seres humanos. La iconografía de las hadas irlandesas es mucho más compleja e inquietante que la imagen benévola y estereotipada que a veces se repite en los cuentos y dibujos infantiles. De hecho, algunos de los relatos seleccionados resaltan sobre todo su malicia y doblez.
Además de los cuentos de hadas hay muy buenos relatos de fantasmas y aparecidos, inspirados en leyendas religiosas, cuentos de encantamiento y los basados en la astucia y el ingenio de los protagonistas. Otros cuentos, los del ciclo feniano, tienen como hilo conductor la figura del héroe legendario Finn Mac Cumhaill, famoso caudillo de los Fianna, ejército de guerreros de élite que estaban al servicio de los reyes supremos irlandeses.
Muchos de estos cuentos muestran la rica tradición irlandesa, heredera de la antigua cultura aristocrática de origen celta, que había florecido en la isla desde tiempos muy remotos. Otros están en la línea de un folklore vivo y universal, parecido al de otras culturas. Y todos ellos sirven para mostrar, de manera viva, los rasgos esenciales de la identidad irlandesa.
Adolfo Torrecilla