¿Es posible reconciliar la fe con la cultura o con la razón, el cristianismo con el arte o con la filosofía? Este es uno de los principales interrogantes que recorren las páginas de Cultura y verdad. El pensamiento de Fernando Inciarte, y en especial los ensayos y artículos publicados durante sus últimos años de vida, son un buen ejemplo de cómo la filosofía puede llegar a ser una tarea creativa, que no busca tanto la erudición académica, como convertirse en una indagación vital, que enfrenta cuestiones que atañen a la propia existencia del autor. A su muerte, este filósofo español dejó muchos textos inéditos que están viendo la luz gracias a la minuciosa labor de algunos de sus discípulos; tal es el caso de los dos ensayos recogidos en este volumen, editado por Lourdes Flamarique, que tratan sobre las relaciones entre fe y arte, el primero, y fe y razón, el segundo.
Posiblemente, lo más original de esta obra es su planteamiento: Inciarte ensaya –sobre todo en la primera parte– una mezcla de narración y reflexión que tiene como punto de partida la situación de “nuestro hombre”, quien, en último término, no es sino el desdoblamiento ficticio del autor, y la condición de posibilidad para lograr que un texto filosófico pueda desenvolverse en forma de relato. Al mismo tiempo, su singular modo de argumentar conjuga la narración filosófica con el uso de las analogías, desde las cuales se siguen diferentes modos de articular la reconciliación (o no reconciliación) entre fe y cultura, Dios y mundo, y otras dicotomías similares.
En el fondo, Inciarte se está preguntando si la tarea de redimir o santificar el mundo –“redimir lo redimible e ir hasta las puertas del infierno sin traspasar su umbral”– es una meta real a la que él, como cristiano, puede aspirar. No es una pregunta fácil y, para responderla, el autor recorre diferentes caminos que, en último término, nunca llegan a resolver la “tensión vivificante” que ha de darse siempre entre la fe y la cultura, o entre la fe y la razón. Lo contrario serían soluciones toscas, incapaces de ver el matiz, de detectar las fibras más delicadas de la humanidad.
De gran atractivo intelectual, Cultura y verdad es un ensayo atípico y, por ello, no es de fácil lectura. Disfrutarán de él los lectores provistos ya de un cierto bagaje filosófico y literario.