Alba. Barcelona (2004). 213 págs. 17,30 €. Traducción: Amado Diéguez Rodríguez.
Profesor, ensayista y escritor, C.S. Lewis (1898-1963) fue también un excelente crítico literario, como se comprueba tras la lectura de esta recopilación de ensayos sobre la literatura fantástica y también de su libro La experiencia de leer (ver servicio 107/00). En sus célebres Crónicas de Narnia y en las novelas que forman la Trilogía de Ransom, C.S. Lewis convirtió en literatura sus inquietudes sobre el lugar que ocupa la fantasía en la literatura y en la vida; en sus escritos se manifiesta como un apasionado defensor de los relatos fantásticos y de hadas, especialmente por el papel que desempeñan entre los lectores más jóvenes.
El niño necesita los cuentos de hadas, género que ha sido arrinconado al cuarto de los más pequeños, pero que no necesariamente es exclusivamente infantil. Lewis se opone a la tendencia, también actual, de los que piensan que a los niños sólo hay que enseñarles una imagen casi idílica de la vida y de las relaciones sociales, ocultándoles aspectos que puedan provocar miedos y temores. «Es posible -afirma Lewis- que si usted confina a su hijo a esas pulcras historias de la vida infantil en las que jamás ocurre nada alarmante, fracase en su intención de desterrar sus miedos y le niegue, sin embargo, el acceso a todo lo que puede ennoblecerlos o hacerlos soportables. Y es que, en los cuentos de hadas y estrechamente ligados a los personajes terribles, encontramos consuelos y protectores brillantes y memorables».
En otros ensayos explica el lugar que ocupa la ciencia-ficción en su configuración de lo que debe ser la literatura. Habla de cómo surgieron las Crónicas de Narnia. También confiesa la repercusión que tuvo en su carrera como escritor la lectura de las principales obras de Tolkien, que comenta con admiración. Varios artículos están dedicados a cuestiones relacionadas con la crítica literaria, en especial el titulado «Sobre la crítica», que guarda bastante afinidad con su ensayo La experiencia de leer.
Sus obras de creación se sustentan en la idea del mito que aprendió de Tolkien, y que consiste, con palabras del autor de El Señor de los Anillos, en «una elaboración de la verdad»: «sólo mediante la elaboración de mitos, sólo convirtiéndose en subcreador e inventando historias, puede el hombre vislumbrar el estado de perfección que conoció antes de la Caída».
Adolfo Torrecilla