La historia que da título a este libro de Leo Perutz (Praga, 1884-1957), de 1953, el más logrado de su larga trayectoria literaria, no es más que una –y curiosamente, la más corta– de las quince que integran el volumen. Pero, aunque cada uno de los relatos está animado por una singular aventura, todos resultan ser –gracias a un brillante artificio literario– piezas disgregadas de una misma novela, cuyos capítulos finales dan sentido al conjunto.
Un aspirante a médico, Jakob Meisl, recibe a sus alumnos en una habitación del viejo barrio judío de Praga. Uno de ellos, mal estudiante y “siempre necesitado de preceptores”, con tan solo quince años, es el confidente –y a la vez narrador– de las historias contadas por su maestro. Una tras otra, a modo de capítulos aparentemente independientes, van conformando el esquema argumental del libro.
Todos los relatos transcurren en la Praga del siglo XVI, en tiempos de Rodolfo II, rey de Bohemia y emperador del Sacro Imperio. Pero la fidelidad en la evocación de esta época no resta fuerza a la ficción literaria, que se construye a retazos y en la que tienen un especial protagonismo los amores del rey loco Rodolfo y las vicisitudes del judío prestamista Mordejái Meisl. De hecho, aunque algunos personajes están tomados de la realidad (por ejemplo, en el relato “La estrella de Wallenstein” aparece el astrónomo Johannes Kepler), sus pasos van por senderos bien distintos de los históricos.
La presencia del más allá, del desconocido mundo de los muertos o la alusión a lo sobrenatural, es una constante a lo largo de todos los capítulos, en los que incluso lo cabalístico o lo esotérico se hace cotidiano. También en el terreno de la intriga se mueve Perutz con soltura, de forma que en todos sus relatos hay algo inquietante que generalmente no se resuelve hasta las últimas líneas de cada narración.
Estos recursos son típicos de Leo Perutz y aparecen en otras novelas suyas, también editadas en castellano, como Mientras dan las nueve, El maestro del Juicio Final, Turlupin.
Perutz, contemporáneo de Robert Musil, Oskar Kokoschka, Bertolt Brecht, Franz Werfel o Alexander Lernet-Holenia, nació en una acomodada familia de origen sefardita, estudió matemáticas y trabajó en una compañía de seguros en Viena y Trieste antes de dedicarse por completo a la escritura. En todas sus novelas se advierten como pilares de la trama una fecunda imaginación y unos amplios conocimientos de historia europea, con los que el escritor checo enriquece sus argumentos y ambientaciones.
Otra brillante seña de identidad de Perutz es su entrañable acercamiento a sus personajes, a los que –aun siendo desvalidos o deformes– redime con ternura. Es en este punto donde el autor vuelca con especial acierto toda su pericia literaria.