La escritora Alice Munro, ganadora este año del premio Nobel de Literatura, ha dedicado la mayor parte de su carrera literaria a la escritura de relatos. En este volumen –el penúltimo de su prolífica producción–, y al igual que en el resto de su obra, aborda temas eternos como el amor, la melancolía o la frustración.
Su prosa, siempre impecable y aparentemente sencilla, nos trae a la memoria los nombres de Eudora Welty, Carson McCullers o Flannery O’Connor, tres damas de las letras estadounidenses cuya influencia ha sido reconocida por la propia Munro en numerosas ocasiones.
Demasiada felicidad es una recopilación de diez cuentos, entre los que sobresale el que da título al libro –es el de mayor extensión–, basado en un personaje real, Sofia Kovalevski, una matemática rusa que fue la primera mujer en ingresar como profesora en una universidad europea. La magia de la ficción nos hace padecer junto a ella el amor imposible que vivió por un hombre “alegre y a la vez sombrío”.
La infancia de Alice Munro en una granja queda perfectamente retratada en otro de los relatos de la colección, Madera, donde la naturaleza orienta y resuelve los conflictos de los personajes. “Si estás preparado, no hay ningún peligro”, señala en un momento dado el protagonista.
Mención especial merece el primer relato, Dimensiones, que, tras un principio aparentemente banal, cristaliza en una brutal explosión de rabia. En boca de uno de los personajes leemos: “Yo no estoy aquí para autorizar o desautorizar”, toda una declaración de intenciones de la que Munro se sirve para ejercer de testigo imparcial en una narración con un fondo demoledor, ya que aborda un caso de filicidio.
A este relato le sigue una radiografía sobre la soledad, que acecha a una relación de pareja en Ficción. Aquí, Munro esboza una reflexión, entre la ironía y el humor más feliz, acerca del género del relato corto, en la escena en la que una mujer va a comprar un volumen de cuentos: “Cómo hemos de vivir es una colección de relatos, no una novela. Eso supone ya una decepción. Parece mermar la autoridad del libro, da la impresión de que la autora se queda a las puertas de la literatura en lugar de encontrarse acomodada dentro”.
La agudeza psicológica que Munro imprime a sus personajes, predominantemente femeninos, proporciona un tono realista a la obra. Demasiada felicidad especula sobre la necesidad de exponer nuestras heridas más profundas para poder sanarlas un día; ya que la felicidad no es un estado de ánimo “gratuito”, sino que hay que luchar para conquistarlo.
Munro, que hace unos meses anunció su intención de retirarse del ruedo literario, y que ha sido definida por algunos como la “Chéjov canadiense”, podría equipararse al autor ruso en unos valores que no son baladíes: su franqueza y su veracidad.