EUNSA. Pamplona (2005). 232 págs. 14,50 €.
¿Cómo llegar a un consenso democrático en una sociedad en la que conviven individuos y grupos con diversas convicciones? ¿Lo público exige una neutralidad ética? Son cuestiones que Andrés Ollero ha tratado a menudo, en su tarea intelectual como catedrático de Filosofía del Derecho de la Universidad Rey Juan Carlos (Madrid), y en sus diecisiete años de actividad parlamentaria.
En «Derecho a la verdad», Ollero reúne una serie de artículos y conferencias pronunciadas en muy diversos foros -de ahí la variedad de discursos que a veces registra el libro-, con los que pretende sopesar las razones intelectuales del planteamiento relativista en la vida pública.
Para los alérgicos a la verdad, el relativismo moral parece ser el único marco posible para el logro de una convivencia realmente humana. Sólo si cada uno abdica de sus convicciones privadas -argumentan- será posible llegar a un grado satisfactorio de consenso. Pero lo que no está claro es que ese acuerdo al que se llega sea un verdadero consenso, más bien -dice Ollero- estamos ante un simple «equilibrio entre voluntades arbitrarias»; ante un compromiso precario que difícilmente servirá para fundamentar la convivencia.
El desinterés por reivindicar un derecho a la verdad puede explicarse, a juicio de Ollero, por la presunta incompatibilidad entre libertad y verdad que esgrimen algunos autores. Según esta concepción, la aceptación de la existencia de una verdad del hombre -que permitiría afirmar, a su vez, la existencia de un derecho natural- parece abocar a un autoritarismo negador de la libertad.
Para Ollero, ocurre justamente lo contrario: «El relativismo fuerte reduciría la democracia a mero cómputo de voluntades, dando así paso a una dictadura de la mayoría». Para evitar esto, es preciso introducir la razón reflexiva en el debate político; sustituir la imposición por el argumento. En suma, el libro defiende que ni la tolerancia, ni el consenso ni el pluralismo político están reñidos con la búsqueda racional de la verdad.
Juan Meseguer Velasco