Alfaguara. Madrid (2003). 500 págs. 19,95 €.
Xavier Velasco, casi desconocido hasta ahora en el ámbito literario hispánico, a pesar de haber publicado ya una novela, un libro de crónicas y un ensayo, acaba de ganar el Premio Alfaguara de Novela con una ambiciosa narración en la que demuestra una gran capacidad para la fabulación, la ironía y los juegos de palabras. Se advierte en el estilo de este mexicano un conocimiento exhaustivo de diferentes jergas, tanto mexicanas como estadounidenses. Su prosa, de una elevada condición técnica, destaca por el vitalismo del lenguaje directo, la habilidad para describir situaciones humanas extremas y la creación de unos personajes no sólo verosímiles, sino también con una historia que atrae al lector de la novela.
La protagonista es una joven mexicana que a los catorce años decide abandonar el hogar paterno, tras robar a sus padres todos sus ahorros. La actividad delictiva de esta muchacha, que nada tiene que envidiar a la de los clásicos pícaros de la literatura del Siglo de Oro, le llevará a instalarse en Nueva York, con una fortuna que dilapida en muy poco tiempo. A partir de ahí, el instinto de supervivencia le lleva a continuar robando y a adentrarse en el mundo de las drogas, el juego y la prostitución, que constituyen la progresiva degradación de la persona. Velasco propone unos personajes, sobre todo la protagonista, con muy pocos escrúpulos, para los que cualquier acción está justificada en la medida en que contribuye al enriquecimiento fácil.
A pesar del interés que suscita esta voluminosa obra, gracias a los recursos técnicos bien explotados y a su frescura, la historia decepciona por la estrecha perspectiva moral. Hipocresía y provecho propio parecen ser los únicos móviles de los personajes y de las diversas instituciones políticas, educativas y religiosas que aparecen en la novela.
Ángel Esteban