Planeta. Barcelona (1998). 188 págs. 1.900 ptas.
Como antes hicieran Bernanos o Guareschi, José Luis Olaizola recrea en esta novela la vida cotidiana de un sacerdote, esta vez residente en Madrid. El protagonista, un joven coadjutor en una parroquia de un barrio de clase media, narra en primera persona algunos sucesos en los que se ve envuelto, así como su amistad con el obispo o su historia personal que finalmente culminó con la vocación sacerdotal. A lo largo del libro, el autor no elude problemas tan actuales como el SIDA, las drogas, la violencia sexual o el hedonismo de la sociedad española. Pero junto a estos males, el protagonista ofrece reflexiones llenas de esperanza y de fe en Dios, reafirmadas por sus propias vivencias pastorales.
El libro se lee con gusto. Como es habitual en el autor, el estilo es directo y de enorme frescura, muy lejos de un tono almibarado. Olaizola muestra sin artificios -y también con algunos toques de humor- la vida del protagonista como podría ser la de cualquier otra persona, con sus virtudes y sus defectos.
Pablo de Santiago