El autor nos presenta, bajo el formato de un dietario, sus vivencias de joven escritor acomodado durante la revolución rusa. Se trata de las anotaciones hechas en su diario personal, donde describe con bastante precisión y, con una carga sentimental equilibrada, los acontecimientos que tuvieron lugar en Moscú y en Odessa durante 1918 y 1919, cuando el comunismo transformaba Rusia.
En la primera parte, a través de notas sencillas, variadas y, en algunos casos, bastante explícitas, Bunin nos describe una visión caótica y destrozada del pueblo ruso: cómo la sociedad se fue degradando, llegando a cometer actos realmente irracionales en nombre de la revolución y motivados por el hambre y la pobreza reinantes.
En la segunda parte, el autor, más debilitado y sensible, nos muestra un pueblo ya harto de tanta violencia, a la espera de algo que restaure y saque del caos a la otrora grande, fuerte y disciplinada Rusia. Bunin materializa su creciente impaciencia por un cambio, para su país y para él, en su ansiedad por conocer las noticias de los diarios, y llega a afirmar que es lo único que lo mantiene vivo.
En todo el libro Bunin transmite un sentimiento de constante expectativa y su esperanzado deseo de un nuevo orden en su país. Es como si el autor personificara a toda Rusia: un ser grande, culto, poderoso, que ha sido invadido por la confusión y el caos, por la violencia y el hambre; un ser que ha caído en desgracia y que no ve visos de cambio; un ser que añora su grandeza perdida, que ya está hastiado de violencia y que busca una salida.
Se trata de un relato histórico inédito, muy bien documentado, construido con los apuntes encontrados del autor y escrito con un lenguaje sencillo y claro, que no busca mayor protagonismo estético o narrativo. Esto confiere a Bunin -ganador del premio Nobel de Literatura- un especial mérito, pues demuestra la posibilidad de creación literaria en un medio hostil y violento, arriesgando, al escribir, su salud y su vida.