“Desde hace un siglo retratamos a Dios como un tipo amable, dulce, adorable, tan amable y tan dulce que, de hecho, no conseguimos rendirle culto”, dice Scott Hahn en el prólogo que ha realizado a la edición española de este libro. Y esto es, en definitiva, lo que muestra precisamente el ensayo y lo hace de un modo asequible para un público amplio.
Tan bien lo hace el autor, que Dios no mola podría ser muy apreciado incluso por los no creyentes. Porque ese Dios edulcorado y amiguete, más propio de los manuales de autoayuda y del Imagine de John Lennon, difícilmente puede resultar atractivo, creíble siquiera, a poco que se piense. Pero somos, todos, hijos de nuestro tiempo. Lehner lo expone tan certeramente que, para empezar, es también posib…
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