“La enseñanza diferenciada es una opción pedagógica que busca atender más específicamente a la diversidad entre el hombre y la mujer”. Con esta sencilla y realista afirmación comienza Alfonso Aguiló este libro, que contiene “50 respuestas para un debate”. Sin embargo, lo que para muchos es un síntoma de pluralidad y democracia, para otros se ha convertido, por lo menos en España, en un tema tabú, protagonista de encendidas disputas que periódicamente salen a relucir en los medios de comunicación.
Mientras una parte de la sociedad acepta con naturalidad que exista esta variedad y esta libertad, otra, vinculada en el caso de España a determinados partidos políticos y sindicatos de izquierdas, solo acepta el modelo de la enseñanza mixta, que consideran sin matices un dogma educativo. Ante este panorama, como escribe Alfonso Aguiló, presidente de la Fundación Arenales y presidente también de la Asociación Madrileña de Empresas Privadas de Enseñanza (CECE-Madrid), autor además de diferentes libros sobre educación y antropología, “llama la atención que en España cueste tanto sacar la educación diferenciada del debate político o ideológico, para poder estudiar el asunto sin pretensiones, en su lugar propio, que es el ámbito pedagógico”.
Una opción pedagógica más
En los debates sobre la enseñanza diferenciada, se oyen afirmaciones tajantes que no están avaladas por ningún estudio científico (como cuando un político español relacionó la educación diferenciada con el auge de la violencia de género); se escamotean deliberadamente resultados de informes y estudios recientes; se deriva el debate hacia argumentos exclusivamente ideológicos o políticos que, además, evitan los argumentos pedagógicos, que son los que hoy día sostienen la validez de un estilo de educación que cuenta en todo el mundo con excelentes resultados académicos y de socialización.
Aguiló emplea la fórmula de preguntas y respuestas, 50 en total, que desde diferentes perspectivas abordan con seriedad y profesionalidad todo lo relacionado con la enseñanza diferenciada. El autor, que ha sido director durante once años de un centro de enseñanza diferenciada en Madrid, sitúa el debate dentro del actual contexto educativo nacional e internacional, manejando datos recientes, informes independientes y una exhaustiva bibliografía tanto de los que apoyan este modelo como de los que lo rechazan.
En todo momento, el autor defiende la enseñanza diferenciada como una opción pedagógica más, no como una verdad absoluta que deba imponerse a todo el mundo, lo mismo que la enseñanza mixta: “habrá alumnos a los que les vendrá mejor la educación mixta, y a otros la separada. No es progresista imponer un modelo único, sobre todo cuando además de ir contra el derecho y contra la libertad, va contra resultados académicos bien patentes”. Este tono de respeto por todas las opiniones está presente constantemente en el libro.
Intenta Aguiló salir también de las estrecheces ideológicas de la situación española y muestra el desarrollo y la consolidación de la enseñanza diferenciada en muchos países. Destaca, por ejemplo, el prestigio de la enseñanza diferenciada en el Reino Unido, donde siete de las diez mejores escuelas públicas con mejores resultados académicos son de educación diferenciada, cuatro de chicos y tres de chicas. Habla también, y mucho, de los debates científicos que se han suscitado en Estados Unidos, a favor y en contra; de la situación en Francia, Alemania y en otros países europeos y del resto del mundo. Este contexto internacional viene muy bien conocerlo para comprobar cómo la enseñanza diferenciada es una opción que defienden tanto grupos progresistas como conservadores: en el extranjero, el debate no tiene el cariz ideológico que tiene en España.
Contra los tópicos
Muchas son las cuestiones que se analizan, con buena información, argumentos y datos que proceden de estudios nacionales e internacionales. Aguiló desmonta los tópicos más empleados en el imaginario mediático y social: si la diferenciada es una opción elitista (solo en Madrid, por ejemplo, de los 16 centros de enseñanza diferencia que existen, 13 de ellos están situados en distritos o municipios cuyo nivel de renta es inferior a la media de Madrid); si la diferenciada perpetúa los estereotipos de sexo; si segrega y discrimina; si debe recibir o no financiación pública; si va en contra de la mujer o del varón; coeducación o enseñanza mixta; si perpetúa las desigualdades…
Especialmente interesantes son los datos que proporciona, referidos a España, sobre las notables diferencias en resultados académicos que existen entre los chicos y las chicas. Un botón de muestra: el abandono escolar temprano es del 20,8% entre las chicas y del 28,8% en los chicos; acceden al Bachillerato un 80,4% de chicas frente al 57,6% de chicos; y la tasa de idoneidad a los 15 años, es decir, el porcentaje de alumnos que no han repetido ningún curso, es del 66,8% en las chicas y del 56,9% en los chicos. Estos datos oficiales no han generado curiosamente ningún debate educativo sobre cómo contrarrestar esta peor situación de los chicos, obviando, por otra parte, los resultados en los centros de enseñanza diferenciada, sensiblemente mejores. Los últimos puntos están dedicados a la legislación tanto nacional como internacional que puede afectar a la enseñanza diferenciada.
Educación diferenciada es un libro muy útil para todas aquellas personas interesadas en esta realidad educativa, ya sean directivos, padres y madres, profesores, estudiantes de Magisterio y periodistas especializados en temas educativos. El autor proporciona una batería de informaciones para que cada lector saque sus propias conclusiones.
Desde una perspectiva democrática, el autor cuestiona el dogma absoluto de la escuela mixta. Para ello, reproduce unas afirmaciones de Michel Fize, sociólogo francés, miembro del Centre National de la Recherche Scientifique (CNRS): “Yo no critico la educación mixta. ¡Yo critico que la educación mixta sea considerada como un artículo de fe, un dogma, un principio sagrado, intocable! El objetivo de la educación mixta, la igualdad entre los sexos, parece sensato, ¡desde luego!, pero… ¿es la escuela mixta la vía que conduce a la igualdad? Yo discuto ese argumento. Planteo que, por el contrario, favorecer la igualdad exige en muchos momentos evitar la escuela mixta y abogar por las aulas separadas”.