El aire de Chanel

TÍTULO ORIGINALL’Allure de Chanel

GÉNERO

Tusquets. Barcelona (1999). 162 págs. 5,95 €. Traducción: Ana Torrent.

La leyenda que acompaña a los grandes diseñadores deriva en bastantes casos en libros totalmente menores, aunque el resultado sea aparentemente atractivo por la belleza de las ilustraciones. Aquí proponemos un libro totalmente distinto, sin apenas ilustraciones (sólo unas fotos de Cartier-Bresson y Capa), que pone la gran calidad literaria de su autor, Paul Morand, al servicio del retrato de una mujer que tenía muchas cosas que decir, quizás no sólo en moda. La semblanza además puede servir para comprender una época y, salvadas muchas distancias y la singularidad del personaje, las tensiones que pueden darse en el corazón de algunos creadores de moda que son artistas.

Este es un libro singular, triste y, a la vez, apasionante. Paul Morand y Coco Chanel se encuentran en 1946 en Suiza. El diplomático y escritor escucha a su amiga y al llegar al hotel toma notas de lo que ha oído. Estas notas son las que le sirvieron para, tras la muerte de Chanel, escribir este retrato que el autor relata en primera persona, fiel no sólo a lo que Coco le contó, sino, también, a cómo se lo contó: un torrente de palabras, amargura en la voz, recuerdos de amigos geniales, amantes, éxitos y una profunda y persistente soledad.

Ferozmente independiente e inteligente, muy necesitada de cariño pero difícil de amar y ser amada, Coco se fuga muy joven con un casi desconocido. Incapaz de ser lo que en aquellos años se conocía como querida o cortesana, emprende un negocio de sombrerería para ser independiente. De ahí nacerá la gran Chanel tras años de mucho trabajo y un modo de ser, pensar y crear treinta años por delante de sus coetáneos. En lo profesional esto le llevó a superar resabios en el vestir femenino, ayudando a la mujer a ser algo más que un mero adorno, incapaz de moverse libremente.

Extraordinariamente lúcida en su visión de la moda y de las personas, especialmente de sus amigos artistas, oscilaba entre una extraordinaria generosidad, no sólo material sino de alma, y una mezquindad y frialdad sorprendentes. De igual modo, contrasta su impresionante sencillez respecto a su trabajo y sus logros, su desprecio por las glorias mundanas (ese no querer estar en los salones o en la pomada, tan habitual en los círculos de moda y en otros muchos) y ese orgullo que se le desliza en el juicio quizás certero pero de una fina crueldad.

El aire de Chanel es una semblanza sin aditivos ni mejoras hechas por amistad o compasión, especialmente recomendable para quienes estén interesados en el personaje o en la moda. Más que el simple aire de Chanel del título, es su alma contradictoria y compleja la que se refleja.

Aurora Pimentel

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