No es fácil poner un cascabel a un gato, animal ladino, voluble, celoso. Algo similar ocurre con nuestras emociones: resulta difícil identificarlas y comunicarlas. Ceriotti, conocida neuropsiquiatra italiana, presenta un alfabeto de emociones básicas, con cuyas “letras” podemos componer la historia de nuestro mundo interior y de nuestras relaciones, así como reflexionar sobre ella y cambiarla.
Las emociones son a la vez de la mente y del cuerpo: lo que nos llega por los sentidos nos afecta, “tiñe” nuestros pensamientos y nos lleva a actuar de cierto modo. Por su naturaleza, son fluidas e inestables; es el lenguaje, de naturaleza lenta y reflexiva, el que nos permite distinguirlas, atribuirles significados y valores, hacerlas propias y orientarlas.
Ceriotti describe algunas de las patologías emocionales actuales y sus posibles curas. Por ejemplo, se refiere a la experiencia de vacío existencial, que es la primera causa de numerosas dependencias, y que, a su juicio, deriva del desarrollo de identidades sin interioridad, de subjetividades agotadas en imágenes y sensaciones. Mirar dentro de uno mismo, aferrar inquietudes latentes, hacerse preguntas y buscar respuestas personales es el camino para desarrollar el mundo interior, dar sentido a la propia vida y construir relaciones auténticas.
La psiquiatra italiana se refiere también a la decepción y a la envidia, así como a la ansiedad y al dolor, que hoy se intentan afrontar con ayuda farmacológica. Se trata de una solución pobre si no va unida a la reflexión y al desarrollo de actitudes personales. De este modo, los adultos pierden su capacidad de enseñar a niños y jóvenes a aceptar la vida, a dar el justo lugar a sus emociones y a moderarlas. El autocontrol es un recurso preventivo y curativo, explica la autora, que dota de equilibrio y proporción emocional, que salvaguarda a los demás de nuestros malos momentos.
Esta colección de textos es de lectura amena y enriquecedora, pues combina la experiencia ordinaria con la científica. Publicados originalmente de modo independiente, estos capítulos están atravesados por un hilo que les da unidad, compuesto de fibras, como la necesidad de la visión positiva y la aceptación realista, la confianza en la capacidad de bien del ser humano, el respeto profundo, el límite como recurso, la mirada abierta al futuro y a la aportación de la dimensión religiosa. En suma, una bocanada de esperanza para airear nuestro corazón.