Plaza & Janés. Barcelona (1994). 408 págs. 2.250 ptas.
La acción transcurre en el Tour de Francia, durante la etapa reina, en la interminable subida a los cols de la Croix de Fer, «que te destroza los pulmones», el Galibier, «que te come la moral», y el Alpe d’Huez, «que te rompe en pedazos». Un veterano ciclista español apodado Jabato -una especie de Pedro Delgado-, líder durante muchos años y ahora gregario de lujo en decadencia, decide afrontar con heroísmo esta etapa y escaparse en solitario para intentar realizar una gesta épica. Pero Jabato no es un chaval. La sustanciosa distancia que gana en los dos primeros puertos empieza a descender irremisiblemente en las interminables veintiuna curvas del Alpe d’Huez. Al finalizar la etapa, vendrá la gloria o la miseria, el esplendor o el fracaso.
Javier García Sánchez ha escrito la novela que necesitaba el mundo del ciclismo. La narración impresiona por su verosimilitud, y por el dominio de todo lo que rodea este duro deporte. El autor, entre otras, de La dama del viento sur (1985) y de la voluminosa novela El mecanógrafo (1989) ha abordado un tema difícil, pues no ha pretendido escribir sin más un novelado reportaje periodístico sobre el ciclismo sino la novela de la lucha, del esfuerzo, de la búsqueda de la identidad. Jabato no es un personaje plano: para él el ciclismo y esta etapa son algo más, la plena realización, lo que da sentido a las cosas.
El narrador es el preparador físico y psicólogo del equipo, amigo íntimo de Jabato. Acompaña al director técnico y a los mecánicos en el coche del equipo que sigue a Jabato, asistiendo a sus momentos sublimes y a sus desoladoras pájaras. A la vez que se narran los avatares de la carrera, el narrador aporta minuciosos detalles que dan consistencia al relato, como las referencias a las grandes gestas ciclistas, la descripción exacta del recorrido, la organización del Tour de Francia, la explicación técnica de cómo se desarrolla la prueba, datos históricos, físicos, médicos, etc.
La novela entusiasmará especialmente a los aficionados de este deporte, donde no cuentan los golpes de suerte sino «el golpe de riñón, golpe de pedal, golpe de rabia».
Adolfo Torrecilla