Obelisco. Madrid (1996). 204 págs. 1.750 ptas.
Paulo Coelho (Brasil, 1947) se ha convertido en uno de los escritores con más libros vendidos de América del Sur y ha sido traducido a dos docenas de idiomas. Todo esto lo ha conseguido gracias a El Alquimista, una fábula de tono poético y contenido simbólico.
Su argumento cuenta las aventuras de Santiago, un joven pastor español. Hasta los dieciséis años fue seminarista, pero renunció al sacerdocio porque prefirió «conocer el mundo y esto era mucho más importante que conocer a Dios». Conduciendo un rebaño de ovejas recorre Andalucía y luego, tras un periodo en el Norte de África como vendedor de objetos de cristal, se integra en una caravana que atraviesa el desierto, rumbo a Egipto, donde un sueño le incita a buscar un tesoro. En el camino, un misterioso pero sabio Alquimista le enseñará que los tesoros más valiosos son los que uno encuentra en el fondo de su corazón.
La clave del éxito de Coelho no reside en sus dotes literarias, bastante tópicas y limitadas, sino en su hábil mezcla de paganismo, cristianismo y prácticas ocultistas -en la línea del New Age-, muy acordes con el renacimiento religioso, a veces confuso, que se vive especialmente en Europa. Con esta mezcla de ingredientes se entiende mejor el final de la aventura interior de Santiago: encuentra un auténtico tesoro de joyas y monedas de oro, consigue el amor de una hurí del desierto, viaja a países exóticos y descubre que, en el fondo, todo puede resumirse en una misma cosa: Dios y el mundo. Para Santiago, «el mundo es sólo la parte visible de Dios», no existen más leyes que los dictados del propio corazón y tras la muerte viene la reencarnación en otra vida mejor hasta que llegue la fusión con el Alma del Mundo, la totalidad.
Pilar de Cecilia