Siruela. Madrid (2001). 216 págs. 2.100 ptas. Traducción: Juan José del Solar.
Robert Walser (Suiza, 1878-1956) publicó toda su obra -quince libros entre novela y poesía- en el primer cuarto del siglo XX. En español debe de estar traducida escasamente la mitad. Esta novela apareció en 1908, cuando Walser tenía 30 años; corresponde a una experiencia propia, vivida unos diez años antes.
Joseph Marti es un joven de pocos medios y de escasa formación intelectual (en realidad el mismo Robert Walser) que es aceptado como ayudante en casa del ingeniero Tobler (en realidad, y por lo que parece, en casa del ingeniero Dubler). La novela narra los seis meses de estancia de Walser al servicio de este ingeniero, inventor de objetos inútiles, que le llevarán a la ruina; a él, con su mujer y sus cuatro hijos.
Viven -en las afueras de una pequeña ciudad- en una casi suntuosa mansión en lo alto de una colina, en pleno campo y al borde de un lago. Y viven sin medir los gastos: ni los domésticos ni los relativos a los casi risibles inventos. El escenario natural, a través del clima y del cambio de las estaciones, cobra en las descripciones del poeta Walser una visualidad y una fuerza grandes. E igualmente los interiores de la casa. Robert Walser pinta (me parece que es palabra adecuada).
Con una rara habilidad, el autor deja vivir a sus personajes, los hace presentes sin describirlos y, sin embargo, interviene también un narrador que, en ocasiones, se convierte en el personaje principal, el mismo Joseph Marti, que monologa. Esto da la suficiente agilidad al escrito, a pesar de que a lo largo de sus 216 páginas seguidas no hay divisiones ni capítulos.
Sin embargo, no es la historia tragicómica del ingeniero y sus inventos el tema principal de El ayudante; no son las peripecias de la dificultosa ayudantía, la falta de dinero, su relación amistosa con la señora de la casa, o su relación tormentosa con el desastroso ingeniero el tema principal, quizá es sólo la trama; la figura de la señora Tobler y, extensa y principalmente, la persona del ayudante Marti son la urdimbre para formar la tela de este singular libro.
Joseph Marti es «un tipo curioso» -así se dice en la novela-, y esa curiosidad de tipo es la misma alma del joven Robert Walser, desvalido, solitario, torpemente afectuoso, delicado y servicial…, con un punto preocupante y genial en su curiosidad: curiosidad genial no sólo porque esta novela lo sea, sino porque su obra será maestra de tantos y grandes escritores, y preocupante porque Walser decide ingresar en un manicomio a los 55 años, del que ya no saldrá hasta su muerte.
Su obra queda, abierta.
Pedro Antonio Urbina