Parece que no se agota el filón templario en la narrativa ligera de hoy. El medievalista José Luis Corral, que acaba de escribir una «Historia de la orden del Temple», aprovecha para hacer doblete y cuenta la peripecia de un templario de la última generación, entre la caída de Acre y la disolución de la orden. Jaime de Castelnou, a quien sus superiores confían el Grial, vive en primera línea la retirada cristiana de Tierra Santa, para pasar después, en misión secreta, a acompañar a los almogávares en su aventura en Constantinopla. Por último, contempla cómo la vileza de los poderosos lleva a la ruina a lo que constituyó la razón de su vida.
Con personajes de plástico rígido, situaciones que podrían adaptarse al cómic sin sufrir gran cosa y un lenguaje no más creativo que el de cualquier tertulia radiofónica, la novela tiende literariamente a cero. Pero, después de lo que ha caído, se agradece que, si no se hace arte, al menos se respete la realidad histórica. En este sentido, Corral prescinde de elucubraciones de orden ideológico y nos presenta los hechos desnudos, sin pueriles maniqueísmos ni «tesis» delirantes. Jaime de Castelnou y los suyos obran de buena fe, firmemente convencidos de sus ideales, y entre los cruzados se distingue a los sinvergüenzas de los idealistas, explicando el porqué de la tolerancia con aquellos: «han tomado la cruz al embarcarse, están bajo la protección de la Iglesia y por tanto son cruzados. Nuestro maestre o el del Hospital jamás irán contra ellos». Alguna caída en el tópico inquisitorial o cierto exceso de celo contra el «enemigo de la fe» en los cristianos se explican por la ya referida simplicidad en los caracteres.
Jesús Sanz