Las buenas credenciales que presenta El club de la miseria, libro del año 2007 para The Economist y mejor libro del año sobre asuntos internacionales para The New York Times, están plenamente justificadas. Su oportunidad, si bien no es su intención central, es indiscutible en relación con dos debates vigentes. Por un lado presenta reflexiones sobre los efectos de la globalización en la reducción de la pobreza y las desigualdades entre países; por otro aporta argumentos para analizar las posiciones encontradas que actualmente mantienen la OCDE y la ONU sobre si el libre comercio o las subvenciones son las medidas más adecuadas para que los países pobres superen la crisis mundial de alimentos, como consecuencia de la fuerte subida de los precios.
Paul Collier, reputado investigador, profesor de la Universidad de Oxford, donde es director del Centro de Estudios de Economías Africanas, aporta su conocimiento y experiencia para exponer con claridad y profundidad los elementos y circunstancias que han llevado –y mantienen– en la pobreza a cincuenta y ocho países que se concentran en África y Asia central.
Collier deja claro desde sus primeras líneas que el llamado Tercer Mundo se ha venido reduciendo a lo largo de las últimas décadas. La cuestión ya no es el contraste entre un mundo rico de mil millones de habitantes y un mundo pobre formado por cinco mil millones. El ochenta por ciento de esta población ya vive en países que están en pleno desarrollo, entre los que destacan China e India, con fuertes ritmos de crecimiento. Lo que nos ha de preocupar es la problemática a la que se enfrentan esos mil millones de personas (the bottom billion) que conforman el “club de la miseria”, cuya situación, en pleno siglo XXI, sigue marcada por frecuentes guerras civiles, epidemias y altos niveles de analfabetismo.
El análisis -basado en trabajos de investigación cuyas referencias aparecen al final del libro- y el diagnóstico giran en torno a cuatro trampas en las que los miembros del club de la miseria han podido caer y de las que no es fácil salir: la frecuencia de conflictos bélicos, la fuerte dependencia de los recursos naturales, la falta de salida al mar junto con la proximidad a otros vecinos pobres, y su sometimiento a malos gobiernos.
Para el autor, la resolución de los problemas de estos países es un “bien público mundial” y no ahorra críticas a las posiciones y a las soluciones que sobre estos temas mantienen tanto la izquierda como la derecha, cuyos representantes más significativos son, respectivamente, Jeffrey Sachs (profesor de Columbia University y asesor especial del Secretario General de la ONU) y William Easterly (catedrático de Economía de New York University y co-director del Instituto para la Investigación del Desarrollo en dicha universidad).
Con valentía y compromiso, con corazón y cabeza, apoyándose en años de estudio y en un profundo conocimiento del escenario y de los actores, Collier aporta medidas e instrumentos (estrategias de seguridad, desarrollo legislativo y políticas comerciales) que pueden hacer salir a estos países de su atraso. Es plenamente consciente de que los países del club de la miseria sólo podrán salvarse desde dentro, pero invita a organismos internacionales –especialmente al G8–, gobernantes y ciudadanos a que pensemos sobre lo que nos va en ello y les ayudemos de manera eficaz para que tomen el tren del desarrollo.