PPC. Madrid (1995). 187 págs. 1.800 ptas.
Este volumen recoge dos de las obras más significativas de Romano Guardini (Verona, 1885-Múnich, 1968). En El fin de la modernidad -que reúne lecciones dictadas entre 1947 y 1949-, Guardini analiza y compara la Antigüedad, la Edad Media y la Modernidad. Para él, «el único metro capaz de medir exactamente una época es hasta qué punto posibilitó la plenitud de la existencia humana y le dio auténtico sentido». Guardini aplica este «metro» a las tres edades de la historia y no tiene reparo en concluir que es la Edad Media la que más ayudó a configurar espiritualmente la existencia humana. La visión del hombre que ofrece la Antigüedad es limitada, por cuanto no tiene ningún punto de referencia fuera del mundo. A su vez, la Modernidad ha producido un fraude al atribuir al hombre su propia paternidad, rechazando al mismo tiempo la revelación cristiana como garantía de los valores de la persona. Ante esta situación, Guardini prevé que «crecerá un nuevo paganismo». Al fin, la persona se diluirá en un humanismo vacío, porque «el saber sobre la persona va unido a la fe cristiana».
El opúsculo Quien sabe de Dios conoce al hombre (1952) -inédito hasta ahora en castellano- nos introduce en la «ley fundamental de todo conocimiento del hombre», a saber, «tanto más sabe el hombre de sí mismo cuanto más se entiende a partir de Dios. Pero para ello debe saber quién es Dios, y esto sólo puede hacerlo si acepta lo que Él dice de sí mismo». Guardini comienza esbozando brevemente seis concepciones que se alejan de esta «ley» (materialismo, idealismo, comunismo, individualismo, determinismo y existencialismo).
Para Guardini, el ser humano es imago Dei, como reza la primera definición que el hombre conoce de sí mismo por la Revelación. Pero todavía conoce el hombre de sí mismo tres definiciones más: 1) que es «imagen distorsionada» por el pecado; 2) que Cristo cargó sobre sí mismo la culpa y la expió, haciendo visible en Él la imagen auténtica, y 3) que el hombre recobrará su ser original conformándose según la imagen de Cristo. La antropología cristiana sabe que Dios creó al hombre en cuanto le llamó por su nombre a la existencia.
Carlos Goñi Zubieta