Rialp. Madrid (1997). 153 págs. 1.500 ptas.
Como dijo el propio C.S. Lewis, este libro -escrito en 1947- es una fantasía con moraleja. Y la fantasía que sueña el autor comienza con el traslado de un grupo de personajes desde una ciudad gris (el infierno) hasta las inmediaciones del cielo, donde se les ofrece una hipotética oportunidad de salvarse. Tiene lugar un diálogo entre los espectrales hombres y sus espíritus-guías. A través de esas conversaciones podrían convertirse y entrar en el cielo. Con este artificio, Lewis habla del más allá, del juicio particular, de los prejucios ante la fe, del arte… y, sobre todo, de la libertad y los amores de los hombres.
Como el libro no es una novela, los personajes se reducen a sus trazos esenciales, prototipos de amores; los paisajes son representaciones de ideas y sentimientos; lo interesante, las palabras del profesor inglés puestas en boca de sus personajes. Quien haya leído ensayos como El problema del dolor (ver servicios 33/94 y 134/94) recordará ideas similares, aunque esta vez aparecen revestidas de un singular contexto imaginario, al estilo de Las cartas del diablo a su sobrino.
José María Garrido
