En el valle de Baztán aparecen hasta tres cadáveres de chicas jóvenes asesinadas, casi niñas. La ritual puesta en escena de los cuerpos, las evidentes implicaciones sexuales y la misma serialización de las muertes hacen pensar en un tipo de psicópata iluminado nunca visto hasta entonces en Navarra. La inspectora Amaia Salazar es encargada del caso por sus cualidades y preparación, y también por ser oriunda de Elizondo, epicentro de los hechos, donde sigue viviendo su familia.
Salazar tiene la mejor preparación posible, instinto y valores (un matrimonio estable, sensibilidad por las víctimas –por las que, por ejemplo, reza–, y un fuerte deseo de maternidad aún insatisfecho), pero también un lado oscuro relacionado con traumas del pasado (la …
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