Cristiandad. Madrid (2004). 348 págs. 19 €. Traducción: Mario Ruiz Fernández.
La ironía y un sentido común envidiable caracterizan la obra de Chesterton. En «El hombre eterno» se dirige a un público pagano -son sus palabras- para defender con una lógica, tan implacable como divertida, la naturaleza humana y la religión cristiana.
Desde la primera parte, «La criatura llamada hombre», comienza a discutir con sutileza los argumentos en torno al hombre primitivo, que pondrían en duda tanto la existencia de la naturaleza humana como la religión. Aunque los datos científicos de Chesterton en el terreno de la paleoantropología resultan hoy desfasados, la argumentación que aporta sigue siendo válida: el hombre se diferencia de los animales en especie y no en grado.
En los ocho capítulos del libro, el autor recorre la historia de la humanidad, para ilustrar que el ser humano es esencialmente el mismo, desde su origen a hoy, y es un ser religioso. Ilustra sus argumentos con ejemplos de la historia, las religiones y los mitos de la antigüedad, y también de escritores como Eurípides, Sófocles, Aristófanes.
La apología de Cristo y los Evangelios ocupa la segunda parte, «El hombre llamado Cristo». Chesterton discierne entre filosofía, religiones y cristianismo, y desafía toda argumentación contra la fe católica. Sus amplios conocimientos se complementan con ejemplos sencillos y llanos, pero concluyentes.
Chesterton deleita al lector con sus reflexiones tan aceradas como divertidas. A vista de pájaro nos presenta un recorrido ameno por la historia de la humanidad en un tono amable, de intelectual apacible que polemiza con los adversarios mientras conversa con sus amigos.
Patricia Morodo