El Holocausto es uno de los acontecimientos que más eco ha tenido en la historia, la literatura, y el cine. El hombre que salvó a Primo Levi reconstruye la vida de Lorenzo Perrone (1904-1952), albañil piamontés que, en su aparente insignificancia, salvó al que sería uno de los escritores italianos más relevantes del siglo XX: Primo Levi (1919-1987). “Creo que es a Lorenzo a quien debo estar vivo hoy”, escribió en Si esto es un hombre, su impresionante testimonio sobre los diez meses que permaneció en un campo de concentración.
Primo y Lorenzo se conocieron en 1944 en Monowice, uno de los tres campos que componían Auschwitz. A Levi, de origen sefardí y químico de profesión, le obligaron a trabajar en una fábrica alemana –en el interior del campo– en condiciones infrahumanas. Perrone llegó a Monowice porque trabajaba en Beotti, una empresa italiana que suministraba personal a la alemana I.G. Farben.
En una situación límite, de extrema violencia y aparente indiferencia hacia los que sufrían, Lorenzo tuvo gestos de humanidad con el joven Primo, poniendo en riesgo su propia vida. Durante seis meses le llevó una tartera de metal con sopa, algún trozo de pan, algo de ropa e intercambió con él sus zapatos. También envió tres postales que posibilitaron la comunicación entre Primo y su familia. Gracias a su apoyo, este último recuperó fuerzas y sobre todo la esperanza. Y nunca olvidó lo que Perrone hizo por él, hasta el punto de que puso el nombre de su salvador a su hija y a su hijo en agradecimiento.
El libro tiene interés en la medida en que rescata del olvido –con rigor y seriedad– la fuerza de una vida silenciosa pero heroica. También logra reflejar la otra cara de uno de los episodios más duros de la historia reciente, con una pequeña historia, aunque “grande” a la vez, que permite aportar luz a la crudeza de las sombras que toda guerra esparce.
Ofrece, además, referencias de personas que supieron escuchar su conciencia y hacer mucho bien para contrarrestar la deshumanización. Por ejemplo, alude a los “Justos de las Naciones”, como se llama en el Museo del Holocausto de Jerusalén a los no judíos que salvaron a judíos: un total de 25.271 personas. Entre ellos se encuentran Oskar Schindler o Giorgio Perlasca, conocidos por las famosas películas La lista de Schindler y El cónsul Perlasca. Estas historias, como la de Perrone, nos hablan “a todos y a cada uno de nosotros”, como indica Greppi.