Akal. Madrid (2002). 166 págs. 10 €. Traducción: Cristina Díez Pampliega
El presente libro fue publicado en Alemania en 1999. Lenz, miembro del Grupo 47 en que le ha colocado la crítica alemana junto a H. Böll, G. Grass…, es un autor conocido en España; por eso la traducción -muy limpia y valiosa la de Cristina Díez- y publicación han sido relativamente rápidas. Leí y comenté en Aceprensa algunas de sus mejores obras (cfr. servicio 154/92). El Legado de Arne, aunque es una obra breve y ligera como un cuento, no es una obra menor; Siegfried Lenz es ya un clásico moderno, y ve y escribe como tal.
Esta novelita está compuesta sobre una estructura sincopada: la presencia de unos objetos, y luego otros, y más adelante otros ; es como el aliento y empuje para escribir, objetos que evocan recuerdos, que a su vez componen un argumento.
Pero los clásicos tienen también trucos (bien que clásicos), y los usan. Esta novela podría haberse titulado con más acierto, con más fidelidad a su contenido: Arne y los niños asesinos, o bien El huerfanito y sus malignos primos. Quiero decir con esto que Lenz ha cargado su relato de trucos y recursos de profesional experimentado para conseguir de los lectores el encogimiento del corazón y la lágrima. ¡Como si no fuera capaz de una obra magnífica con solo la evocación de unas vacaciones infantiles!
A ese posible relato, en vez de hacerlo saltar al vacío sin paracaídas, le incrusta lo de huerfanito, y lo de niños asesinos, y lo de malignos. Y aunque el collage no queda mal, el crítico ve, debajo, las vacaciones blancas, y se arriesga a calificar de piezas añadidas, espurias, las pastillas de tinta de calamar (los niños malignos), que lo ennegrecen todo: que encoge el corazón del lector, y le cae una lágrima.
Pedro Antonio Urbina