“Me propongo evocar y conjurar el pasado”, escribe André Lorant (Budapest, 1930) en este libro de memorias. En él recuerda su infancia y juventud en Hungría hasta que, en 1956, tras la fracasada revolución contra el dominio soviético, pudo escapar para instalarse en Francia. En este país ha trabajado como profesor universitario y ha tenido la oportunidad de especializarse en la obra de Balzac, a la que ha dedicado numerosos trabajos. También es autor de L’Antisémitisme institutionel en Hongrie, 1920-1924, un informe sobre el antisemitismo en Hungría, que padeció el propio autor, hijo de una familia judía de la alta burguesía que se convirtió al catolicismo.
Una parte del libro se refiere precisamente a esta dramática circunstancia. Lorant y su familia, como otros miles de judíos húngaros, fueron perseguidos durante los años del regente Horthy y del Partido de la Cruz Flechada, partidario de Hitler. En esos años, la familia se arruinó y, además, el padre falleció por una enfermedad en 1944, año en el que arreciaron los ataques contra los judíos, que salpicaron también a gente como Lorant y su familia, educados en centros católicos y que participaban de las actividades de la Iglesia católica. Lorant describe el crispado ambiente de esta época y crítica duramente el comportamiento de algunos sacerdotes que se dejaron llevar por esta ola de antisemitismo.
Tras muchos años de renegar de su pasado, Lorant regresa a Hungría en 1997 en un viaje que tiene como objetivo rescatar el tiempo perdido y encontrar los últimos vestigios y testimonios de su infancia. Seis semanas después de ese viaje, empezó a escribir este libro biográfico buscando reconciliarse con su propia vida y con su país. Estas memorias se publicaron en Francia en 2002, y en 2016 apareció su traducción al húngaro.
Lo más destacado del libro es cómo el autor recrea la vida en Budapest en los años treinta y cuarenta del siglo XX. Lorant disfrutó de los beneficios de una vida regalada hasta que, poco a poco, las empresas familiares empezaron a hacer agua, y más cuando el clima antisemita arreció. Gracias a un álbum familiar, consigue rescatar muchos momentos de la vida de su madre y de su padre, con quien mantuvo una relación distante.
Lorant rememora su profunda pasión por la música. También presta una atención especial y morbosa a su despertar sexual. No le resulta fácil desenterrar tantos lugares y recuerdos. En sus recuerdos se mezclan “hechos históricos, amores, odios, momentos de alegría y de angustia, secretos finalmente desvelados, plegarias y blasfemias”.
Otro de los momentos fuertes de estas memorias tiene relación con la revolución húngara de 1956. Los comunistas se hicieron con el poder en 1948 y a partir de ese momento, con Mátyás Rakósi a la cabeza del gobierno y del Partido Comunista, aplicaron las mismas políticas que Stalin. Otro excelente libro que evoca este mismo ambiente es Días felices en el infierno, del escritor György Faludi.
A Lorant y a su hermana les expulsaron de la universidad. Consiguió trabajo como profesor en un instituto. En 1956, el descontento generalizado con los comunistas provocó un levantamiento popular que fue aplastado por los tanques soviéticos. En esos momentos de desconcierto, es cuando decide abandonar el país.
Lorant escribe estas memorias en francés: “Mi lengua materna no me ha sido fiel pese a que yo viví esos acontecimientos en húngaro”. Lo hace de una manera un tanto desordenada, teniendo en cuenta los recuerdos que le asaltan tras visitar muchos lugares vinculados a su infancia y a su vida familiar. Para Lorant, “las palabras revelan mi encono, dejan intuir mi decepción y son testimonio de las relaciones conflictivas con ese país en el que, no sé por qué milagro, pude escapar de las garras de la muerte y del que me marché a los 26 años”. En definitiva, un doloroso pero necesario encuentro con sus raíces.