Plaza & Janés. Barcelona (1995). 491 págs. 2.750 ptas.
El forzado retiro del autor parece haberle resultado fructífero, a juzgar por la exuberancia barroca de su última novela. Narra la historia de una familia india formada por una cristiana de origen portugués y un judío de remota ascendencia sefardí, una de cuyas antepasadas quizá fue amante del último rey moro de Granada. Establecida en la colonia portuguesa de Goa, la rica tribu interracial e interconfesional de los Zogoiby da Gama se traslada a Bombay al tomar el gobierno hindú Goa en 1961.
La crónica de esta estirpe, dedicada a todo tipo de comercio, lícito e ilícito, está realizada en primera persona por su único y último descendiente varón, que escribe prisionero en una misteriosa torre de la serranía penibética, donde ha sido secuestrado por un pintor enloquecido.
El autor mezcla magia y realidad, exotismo costumbrista y realismo mágico, para hacer una síntesis de la tortuosa historia de la India y, a la vez, un resumen de la cultura europea desde el Renacimiento hasta nuestos días. Sobre el complejo entramado de razas y culturas que es la India, Rushdie elabora un tapiz narrativo voluminoso y excesivo en manifestaciones estéticas, con un lenguaje que ha sometido a durísima prueba al traductor, el excelente Miguel Sáenz.
Imaginativo y humorista, Rushdie gusta de escandalizar con posturas iconoclastas y mensajes corrosivos, donde hay mucho de superficial tras la fachada. El último suspiro del moro tiene unos cuantos aciertos técnicos indudables, pero también resulta abrumadora y fatigosa. Además, es claro que, por mucho que el autor ridiculice las creencias y la moral de los cristianos, sabe que no van a decretar contra él una fatwa o sentencia de ejecución.
Pilar de Cecilia