Ejemplo de novela que triunfa primero en su autoedición en Amazon, que luego se publica en papel y tiene un éxito mayor aún, y que después se transforma en una buena película y multiplica más todavía sus ventas. Como novela de ciencia-ficción es excelente, pues, a diferencia de otras, en ella no hay —o no parece haber— conjeturas científicas que puedan fallar: todo lo que va explicando el narrador resulta verosímil. Además, aunque no a todo el mundo le gustarán tantas explicaciones ingenieriles detalladas, es una novela de las que resulta difícil dejar.
Debido a que le dan por muerto, el astronauta Mark Watney, ingeniero-botánico, es abandonado en Marte por sus compañeros que, amenazados por una fuerte tormenta de polvo que dura días, deciden volver a la Tierra sin cumplir su misión. Pero Watney se recupera y, aunque no tiene forma de comunicarse con la Tierra ni con su antigua nave, inicia sus planes para sobrevivir.
En un ameno diario, él mismo cuenta los pormenores: cómo fue posible su recuperación, qué planes hace y qué pasos va dando, tanto para volver a entrar en contacto con la Tierra como para poder sobrevivir durante cuatro años, hasta que, según los planes previstos, regrese a Marte una nueva misión: Ares. Su modo de razonar y de presentar intentos, aciertos y fracasos, es paciente y claro, sin ahorrar pormenores científico-técnicos, pero también optimista y con buenas dosis de autoironía. Cuando han pasado unos meses y ha conseguido comunicarse con la Tierra, aunque de una forma un tanto pedestre, la novela tiene algunos tramos en tercera persona para contar qué ocurre mientras tanto en la NASA y en su antigua nave.
Con razón se ha dicho que la novela podría titularse “Robinson Crusoe en Marte”, aunque habría que apuntar que, más que a Robinson, el héroe se parece al ingeniero Ciro Smith de La isla misteriosa, de Verne. Si una de las claves de su éxito está en que se ciñe solo a los conocimientos científicos y técnicos que ahora tenemos, otra es que, salvo leves pinceladas, no hay recuerdos de la vida pasada del héroe ni de los demás personajes: todo se desarrolla en el presente y, por tanto, la narración desprende una gran inmediatez.
Además, las disquisiciones de tipo emocional casi no existen, con excepciones bien elegidas. Sin duda, el libro contribuirá mucho a la promoción, por parte de la NASA, de los viajes espaciales, aunque no parece que haya sido escrito con esa intención.