La editorial Anagrama ha publicado varias obras de Arto Paasilinna (1942), uno de los escritores más conocidos de Finlandia. Entre otras, El molinero aullador, una divertidísima parodia de la sociedad finlandesa a través de un argumento bastante peregrino, una de las señas de identidad de la literatura de Paasilinna; El bosque de los zorros; y la que le ha dado más popularidad, Delicioso suicidio en grupo, que aborda en clave de humor una de las lacras de su país. Su última novela publicada en España es La dulce envenenadora.
El mejor amigo del oso se publicó en Finlandia en 1995. En ella se cuentan las peripecias de Oskari Huuskonen, un pastor luterano que cuando cumple 50 años recibe de sus feligreses como regalo una cría de oso. El regalo coincide con un momento crítico en la vida de este pastor. Sus problemas con su mujer, por culpa del oso, son cada vez más serios, a la vez que aumentan los encontronazos con el obispo de su diócesis por los artículos que Huuskonen publica en la prensa, nada ortodoxos y que presentan a Jesucristo y los apóstoles como un grupo guerrillero. Harto de su indisciplina, y de los numeritos que monta en su pueblo con el oso, siempre al lado de Huuskonen también en las celebraciones litúrgicas, el obispo le retira de su cargo y le concede una excedencia para que solucione sus problemas de fe.
A partir de ese momento, el oso y el pastor, al que su esposa ha abandonado, inician un esperpéntico periplo por diferentes países en cruceros donde presentan un numerito con las habilidades del oso que Huuskonen le ha conseguido enseñar. La novela tiene algunos buenos momentos, sobre todo al principio, cuando empiezan a manifestarse con virulencia las actitudes delirantes del pastor. Sin embargo, en sus acciones y en las actuaciones de los personajes, la novela transcurre por un terreno más inverosímil de lo acostumbrado en este autor, con unas escenas cómicas-y es lo peor que le puede pasar a un escritor humorístico- que se ven venir y se repiten sin mucho sentido.
El humor sarcástico de Paasilinna no se detiene ante nada. Aquí se burla sin piedad de las religiones y utiliza el ingrediente religioso como parte de su mordaz ironía. Pero que nadie busque una intención moral ni intelectual ni antirreligiosa en esta sucesión de despropósitos que le suceden a Huuskonen y su inseparable oso, aunque en la cubierta de la novela la propaganda editorial quiera añadir esta intención. Lo malo no es esta burla banal y ácida; lo peor es que la fórmula narrativa de Paasilinna, eficaz en novelas como la arriba citadas, aquí se convierte en un ingrediente previsible y mecánico, sin frescura y… sin gracia.